LA ANTIFILOSOFÍA DE LA “FILOSOFÍA PRAGMATICA”
Por Nemesio Espinoza Herrera
Documento presentado
en el marco del Programa de Doctorado en Filosofía (Curso: Seminario de Política
C). Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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I
En el Curso de Seminario de Política C[1]
he expresado mis opiniones en contra de la llamada Filosofía pragmática: primero dubitativamente, luego con convicción
amparado con argumentos. Apenas yo escuché en la primera sesión decir al
profesor: “en este Ciclo discutiremos sobre la filosofía pragmática”, en
mis interiores me escandalicé y percibí a la Filosofía aún con mayor
ambigüedad de la que hasta entonces tenía[2].
Intuitivamente decía a mí mismo: ¡¿Filosofía
pragmática?! ¿Puede la filosofía ser pragmática? Bueno, podemos aceptar que la
política, la ciencia, la economía, la administración y, en general, las
ciencias particulares, sean pragmáticas –deben ser pragmáticas; pero la Filosofía
no. Inicié la tarea de investigar. Leí y sustenté en el Aula mi exposición sobre
el tema Naturaleza Humana y democracia,
Capítulo V del libro Libertad y cultura
de John Dewey en la que sostuve mis puntos de vista cuestionando a la denominada
“filosofía pragmatista”. Posteriormente desarrollé un examen en el que también
sostuve mis opiniones en el mismo sentido. He participado en clases dando mis
opiniones. Mis pareceres en contra de esta “filosofía” fueron calificados como prejuiciosos y falaces respecto a la
“filosofía pragmatista” principalmente cuando sostenía que esta filosofía al
estar “basada en el método empírico”[3]
es contraproducente con la naturaleza de la filosofía; y, es más: la “filosofía
pragmatista” resulta siendo un pensamiento norteamericano y liberal que
justifica el “modo de vida” (el establishment) de la mayor parte de la
población del planeta[4].
Había, pues, una predisposición para no escuchar y admitir mis opiniones en
contra de la “filosofía pragmática”. Por tales razones, en el último tramo del
Ciclo decidí mantener silencio y optar por escuchar con atención los argumentos
de los que ahí (Aula) planteaban. He constatado que los participantes que
desarrollaron sus temas asignados no defendieron con entusiasmo a la “filosofía
pragmática”, aunque tampoco lo cuestionaron activamente. Han abordado
diferentes temas (democracia, opinión pública, justicia, libertad, tolerancia, derechos
humanos, feminismo, etc.) como temas disímiles y no como un cuerpo de
pensamientos insertos a la denominada filosofía
pragmática, porque lo que está en el tapete no son temas sueltos per se sino fundamentos concatenados de
tal filosofía.
II
Siendo parte de la actividad
académica del Curso la presentación de un ensayo sobre algún tema de interés, he
decidido ensayar un ensayo (valga la expresión) para sustentar mis opiniones de
que la denominada “filosofía pragmática”
es una antifilosofía, la misma que en nuestra sociedad –salvo cuando se trate
de propósitos de la historia de la Filosofía- debía estar cuestionada y
confinada en el lugar en el que siempre estuvo –y está: el olvido[5].
El mismo profesor del Curso ha señalado –refiriéndose a Dewey- que el pragmatismo
fue abandonado entre otras razones por la aparición del Círculo de Viena y
de la filosofía analítica retomándose
con Habermas y otros[6]. Ni hasta con
Rorty, Bernstein, Habermas, Putnam y otros, porque ellos más que hablar de
filosofía pragmática, hablan principalmente de una diversidad de temas
vinculados a la política pragmática (pragmatismo y política), y hemos dicho que
es plausible hablar acerca de ella y, más aún, reclamamos sea pragmática la
política (así como otras áreas disciplinares); más no la filosofía.
Por estas razones es que
decidí escribir este ensayo (suponiendo que es un ensayo) para manifestar mis
opiniones en relación a la denominada filosofía
pragmática. He dado vueltas sobre qué título poner. Luego de algunas reflexiones
decidí con el que aquí aparece. Es un título aparentemente temerario; pero,
considero que la “filosofía” materia de nuestras críticas tiene el carácter
antifilosófico y en defensa de la Filosofía (aunque no soy yo el que tenga que
defenderla), estimo necesario cuestionarla. Téngase en cuenta que aquí se
aborda sobre el asunto de la filosofía
pragmática, no sobre lo que es el pragmatismo
en sí, ni lo que es pragmático[7],
ni sobre la política pragmática.
Para una mejor comprensión de los
planteamientos que aquí se establecen es necesario merecer la tolerancia del
lector, especialmente de los filósofos[8].
Esto porque he apreciado que ellos -aun cuando no se lo propongan así- tienen
la predisposición a pensar que quienes no somos de las canteras de la filosofía,
nuestras opiniones acerca de ella no tienen mayor fundamento y no resulta
importante rebatir, discutir, dilucidar asuntos de la Filosofía y hasta se
muestran intolerantes. La “antifilosofía” de la filosofía pragmática ¡Já!,
sonreirán; son prejuicios y falacias, dirán. Teniendo en cuenta que los otros
participantes, aun filósofos, no
cuestionaban a la “filosofía pragmática” –ni tampoco la defendían-, al
cuestionarla me sentí paria, apátrida, marginal porque pensaba que “todos”
aceptaban la hasta entonces desconocida “filosofía pragmática” y que era yo
solo el que pretendía rebatirla aún en el contexto de mis ignorancias (aunque el
buen camino en la vida es ir descubriendo sus propias ignorancias). Sin
embargo, y para aliento mío, en el camino de mis lecturas sobre esta filosofía
-“filosofía” que a opinión mía, reitero, es una antifilosofía, un pensamiento
norteamericano y liberal que justifica el “modo de vida” (el establishment) de la mayor parte de la población del planeta que
está bajo nuevas formas de esclavitud, pobrezas y desigualdades
consuetudinarias-, encontré que había ácidas críticas por parte de connotados
filósofos e investigadores. Anoto a continuación algunas de ellas[9].
“El pragmatismo –dice José Vasconcelos-
es filosofía norteamericana. En rigor, el pragmatismo es un eco del viejo
utilitarismo inglés y una extensión nacional del buen sentido común de Crusoe;
así Huneker la llama ´filosofía de filisteos´, y es lo que es”[10]. "El
origen del pragmatismo -advierte por su lado José Ortega y Gasset- habría que
buscarlo en el enojo que algunos sienten contra la ciencia, porque no ha
demostrado aún la realidad de Dios y la inmortalidad del alma”… Poco tiempo
después, en los albores pueriles de nuestro siglo, se hizo de este pensamiento
una filosofía: el pragmatismo: con el simpático cinismo propio de los yanquis.
El pragmatismo norteamericano se ha atrevido a proclamar esta tesis: 'No hay
más verdad que el buen éxito en el trato con las cosas´”[11].
“El periodo más característico y creativo de la filosofía norteamericana está
constituido por el pragmatismo y hay quienes esperan que los filósofos
contemporáneos reemprendan la tarea más genuinamente estadounidense.
Porque dentro y fuera de Estados Unidos se ha considerado al pragmatismo como
la filosofía ´más claramente norteamericana en sus perfiles´”[12].
“Alfredo Fouillée embiste
contra el pragmatismo norteamericano en términos poco comedidos: "Durante
estos últimos años hemos presenciado el desarrollo de su sistema
anti-intelectualista y neo-sofístico que ha tomado el nombre de pragmatismo.
Consiste en una filosofía empírica de la acción y del hecho que reduce
el conocimiento a una acción eficaz y la verdad a la utilidad para la vida o
para la acción. El pragmatismo es retrógrado que juzga el valor de las
doctrinas por sus consecuencias y por su comodidad para los fines humanos”[13].
Para Gonzalo Gamio la “filosofía pragmática” es expresión del liberalismo de
Estados Unidos basado en las utilidades, en las ganancias, en la propiedad
privada, en resultados, en bienes materiales, en individualidades. Son máscaras
del liberalismo, dice Gamio[14]. Esta filosofía americana del pragmatismo
–piensa Alcoriza- que refleja el pensamiento americano, de los pioneros de
“hombres de negocios” que más éxito tuvo en la política, en la democracia (norteamericana) que es parte de la historia
de EE.UU[15].
III
¿Qué
es la Filosofía? Es una eterna interrogante que no tiene respuesta, ni tiene
por qué tenerla. La naturaleza misma de la Filosofía impide que posea una respuesta,
un concepto; menos una definición[16].
Aún así, la filosofía siempre ocupó –y ocupa- el interés de la humanidad en
todas las épocas. Así, la filosofía es distinta a la ciencia, a la religión, a
la política, a la economía, a la administración, a la lógica, a la estética, a
la ética, etc.; en realidad, la Filosofía abarca, involucra al mismo tiempo, a todo
eso y mucho más; abarca todo sobre cuanto hay en el universo. La Filosofía (en mayúscula) es totalidad, es generalidad[17],
es una cosmovisión, es una interpretación, una concepción del mundo, del universo.
La Filosofía es reflexión, pensamiento, contemplación, admiración, asombro, meditación,
raciocinio, pensamiento, inteligencia, análisis, abstracción de todos los
asuntos vinculados al hombre[18]
(en tanto ser y en tanto ente) y su mundo, y su universo, y
al más allá de todo[19].
La Filosofía es una metateoría. La Filosofía es todo, y mucho más; es
metafísica, incluso es religión (que reflexiona acerca del mundo, del universo
en base a la Fe, a la revelación divina); es ontología (que reflexiona del ser en base a la razón desprovista de la
teología); es trascendental, es hermenéutica. Así, la Filosofía es todo eso, y
mucho más. La filosofía busca explicaciones racionales sobre la naturaleza,
sobre las esencias, sobre las sustancias, sobre las leyes, sobre los principios
que rigen en el hombre, en el mundo, en el universo; la Filosofía es una
reflexión humana de todo cuanto hay en el mundo y universo, meditación de todo
cuanto hay en el espacio y tiempo complejos, incomprensibles e infinitos; y,
hasta así, la Filosofía siempre termina con la célebre frase de Sócrates: "Sólo
sé que nada sé", pues la Filosofía es una dialéctica del amor a la sabiduría incesante.
Así, la Filosofía es, ante todo, la reflexión acerca del todo; es una
meditación de lo general[20].
Siendo la Filosofía la expresión de todas las disciplinas del saber humano
juntas, se basa en su reflexionar en todos los conocimientos que existen en
cada una de las disciplinas. La Filosofía se hace más fructífera en la medida
de los conocimientos existentes en las disciplinas tales como la ciencia, la
política, la economía, la administración, etcétera. La distinción entre la
filosofía clásica y la de hoy, no es que se haya trocado en otra “filosofía”
–como en la llamada filosofía pragmática,
por ejemplo- renunciado a sus bases primigenias, sino en que la Filosofía de
hoy es más “rica” en sus contenidos de sus reflexiones debido a la frondosidad
de los conocimientos disciplinares.
Ahora bien. La llamada “filosofía pragmática” sostiene que la Filosofía –a la que denomina tradicional[21]-,
ha devenido en obsoleta y, por consiguiente es necesario reemplazarla
(reconstruirla) con la filosofía del “empirismo naturalista” (o “naturalismo
empírico”) basada en el “método empírico”, en los hábitos, en las costumbres, en
los resultados, en los beneficios, en lo utilitario, etc. en el contexto de un
orden establecido por la “práctica social”[22].
Luis Rodríguez piensa que los
prejuicios metafísicos y epistemológicos falsean el carácter de la Filosofía. La
metafísica y la epistemología son para Dewey falsos problemas. El positivismo,
la metafísica son, para Dewey, asuntos del pasado. Dewey llama a su filosofía
como Empirismo naturalista o Naturalismo
empírico. Se impone como necesario el empirismo en la filosofía (¿?)[23].
“El pragmatismo
cree que el hombre es incapaz de captar la esencia íntima de las cosas, que la
razón humana es incapaz de resolver los enigmas metafísicos y desvía entonces
su atención a los resultados prácticos, vitales de las ideas y creencias. La
actitud del pragmatismo es de desprenderse de las primeras cosas, causas,
categorías, principios, substancias, y fijarse en los frutos, efectos,
resultados prácticos de las ideas. El pragmatismo cree que el pensamiento no
tiene por finalidad conocer las verdades metafísicas, sino orientarnos,
ajustarnos prósperamente a la realidad. El pensamiento es como una función
vital que tiene su papel en la conservación y preservación de la vida.
Introduce un nuevo concepto de la verdad. Para el pragmatismo un pensamiento es
verdadero cuando es útil y fomentador de la vida.” [24]
El filosofía pragmatista es casi como decir: si la filosofía no me da de comer
no es filosofía; por consiguiente no sirve. No importa si algo es verdad o no;
lo que importa es que sirva (a alguien). No importa si algo es justo o no, lo
que importa es si es o no útil (a alguien).
Al respecto John Dewey piensa así: La filosofía (tradicional)
se ha apartado de los problemas humanos y la filosofía ha perdido utilidad o
tiene poca utilidad en medio de una confusión terrible. Planteo como
reconstrucción de la filosofía el pragmatismo
en la Filosofía, planteo la filosofía empírica, es decir, el empirismo naturalista o naturalismo empírico.
Abandonemos
los ruinosos restos de la cosmología y ontologías; los prejuicios
metafísicos y epistemológicos falsean el carácter de la Filosofía (el subrayado
es nuestro). No aplicar la inteligencia, sino aplicar el método de la
observación, el de la comprobación experimental. “Ellos, los filósofos pasados
–dice Dewey- creyeron que trataban asuntos como el Ser, la Naturaleza (o
Universo), el cosmos, la realidad, la verdad”, etc. Todo esto tenían en común:
que ellos consideraban como fijo, inmutable, eterno”. “Ciertos seres humanos
llamados filósofos llevaron a cabo en el transcurso de los siglos XVII, XVIII y
XIX en el sentido de desembarazar el terreno de ruinosos restos cosmológicos y
ontológicos que habían sido asimilados emotiva e intelectualmente en la
estructura misma y en las funciones de la cultura occidental”. La filosofía no
asumió el método empírico, dice Dewey. Es decir, Dewey sostiene que es necesario “abandonar los viejos problemas metafísicos
y epistemológicos”[25]. Por su parte William James (quien sostiene que en “el llamado movimiento pragmatista no
(le) gusta el nombre, pero (que) es ya tarde para cambiarlo”)[26],
cita un ejemplo para una mejor comprensión de la “filosofía pragmática”: “Si
a una patrona, antes de admitir un huésped, le es importante conocer el
sueldo que éste gana, aún es más importante para ella conocer la filosofía que
él tenga. Creemos también que si un general en campaña debe conocer el
número de tropas del enemigo, aun es más importante para él saber cuál es
la filosofía del enemigo”. Para
James el pragmatismo es un método para
apaciguar las disputas metafísicas que de otro modo serían interminables[27].
Así, pues, la denominada “filosofía
pragmatista” que profesan James, Dewey, Rorty, Habermas, etc. se opone a la
naturaleza inmanente de la verdadera Filosofía que en esencia es metafísica,
ontológica, trascendental, racional. Y, por consiguiente, hacemos mal, sobre
todo en el Perú, predicar la muerte de la Filosofía diciendo que la “filosofía
tradicional” se ha trocado por la “filosofía pragmática” y que se debe “abandonar los viejos problemas metafísicos y
epistemológicos” así como los “ruinosos restos de la cosmología y
ontologías y los
prejuicios metafísicos y epistemológicos (pues) falsean el carácter de la
Filosofía”. Pero, más
mal hacemos si pretendemos divulgar la denominada “filosofía pragmática” (o
“pragmatista” que es lo mismo) amparándonos en Dewey, Rorty, Habermas,
Bernstein, etc.; y NO en Charles Peirce y en William James; sobre todo en el
primero, de quién parte la mal llamada “filosofía pragmática”–en realidad
distorsionando la verdadera filosofía de Peirce-. Para un estudio, mejor
comprensión y fundado desmascaramiento de la pseudo filosofía denominada “filosofía pragmática” es necesario el
prioritario estudio del pensamiento de Peirce y hasta de James, estudio que sin
embargo no se ha realizado en el Curso y se ha “estudiado” más bien la política “pragmatista” de Dewey, Rorty y
otros quienes se han alejado del maestro Peirce, un científico pero también un
filósofo que no aborrecía de la naturaleza eidética y ontológica de la
Filosofía; y hasta acaso se han alejado también de la filosofía primigenia del
mismo James.
Ahora
bien. Aquí se ensaya una hipótesis: no hay, no puede ni debe haber lo que se ha
venido en llamarse filosofía pragmática
por las explicaciones hechas hasta aquí. Bástese decir que la “filosofía (tradicional)”
se ha trocado por la “filosofía
pragmática” y que se debe “abandonar
los viejos problemas metafísicos y epistemológicos” así como los
“ruinosos restos de la cosmología y ontologías y los prejuicios metafísicos y
epistemológicos (pues) falsean el carácter de la Filosofía”; se acabó la
Filosofía. La misma expresión “pragmática” (no en su acepción de la
disciplina lingüística sino en su acepción del hablar cotidiano) es
contradictoria con la naturaleza misma de la Filosofía señaladas en el
transcurso del presente documento. En tanto que el pragmatismo –cuya semántica y etimología es igual para el lego
como para los mismos filósofos pragmáticos; pues no hay razón decisiva para que
por “pragmatismo” entienda una cosa el filósofo (pragmatista) y otra el lego- y
denota un hecho, acción o práctica orientada hacia la ganancia, utilitarismo,
beneficio y eficiencia, camino hacia el éxito (individualista)[28].
Precisamente los mismos argumentos sostenidos hasta aquí acerca de la
naturaleza inmanente de la Filosofía así como de la antifilosofía de la llamada
filosofía pragmática hace
inverosímil, por ejemplo, afirmar que hay filosofía que se sostiene sobre la base del
método empírico o que la filosofía se erige sobre la base del método empírico (o que la
filosofía asume el método empírico).
¿Puede una filosofía sostenerse sobre
la base del método empírico? La
filosofía no está –no puede- estar “basada en el método
empírico”. El método
empírico es propio de la Ciencia, más no de la Filosofía[29]. Por supuesto que entre ciencia y
filosofía hay –debe haber- una estrecha vinculación simbiótica. En mi
opinión, ¿cuánto y cómo debe ser la aproximación de la ciencia a la filosofía?:
total. Es más, deben estar fusionadas. No hay, opino, ciencia sin filosofía ni
ésta sin la primera. En realidad nunca hubo una separación infranqueable entre
ciencia y filosofía. Koyré y Bunge, por citar a dos, señalan la natural
influencia entre ambas e incluso el segundo plantea la necesidad de “Filosofar
científicamente y abordar la ciencia filosóficamente”. Aristóteles no encontró
mejor forma de ser un verdadero filósofo que siendo un verdadero científico,
evidenciando que entre la ciencia y la filosofía no tiene que haber
aproximaciones sino congregaciones dicotómicas. Acaso la misma naturaleza de la
filosofía impida hablar de métodos en
la filosofía, aunque sí en la ciencia. Está bien –opino- la ciencia sobre la
base del empirismo naturalista, de la
experiencia, de la observación, del pragmatismo; más no la filosofía por cuanto
ésta debe estar construida o fundada sobre la base de la ontología, de la
metafísica, de la epistemología, de lo trascendental (de las esencias); por
supuesto en concordancia con las épocas. Está bien el pragmatismo en la
política (Rorty), en la educación y psicología (Dewey), en la ciencia, el arte y en otras expresiones disciplinares;
más no en la filosofía.
Por
otra parte hay la necesidad de señalar otra de las características de la
llamada filosofía pragmática: sobre
lo que sostiene acerca del Hábito. Es preciso tener en cuenta que para los
pragmatistas el hábito no es algo que se pueda lograr disciplinando
conscientemente la voluntad o la razón. Hábito no es un elemento mental como
una creencia, sino que es un sistema de transacciones entre elementos mentales,
anatómicos y “energías externas” que no pueden definirse individual y
aisladamente sino en una organización que los define en función del rol que
desempeñan. Sólo así se puede hablar de los hábitos como medios para obtener
ciertos fines. Es decir, la filosofía pragmática sostiene que el hábito (la
acostumbre) siendo un “sistema de transacciones (¿entre quienes? Naturalmente
entre uno -con poder- y con otros -sin poder) y de energías externas”
(impuestas hasta compulsivamente) en una sociedad, constituyen los moldes del
“modus vivendi” humano.
¿Hay
realmente una Filosofía (“tradicional”) que ha perdido vigencia? ¿Son la
práctica social, la costumbre, el hábito, el contexto
económico-político-social los rectores de vida humana? ¿Puede la filosofía
establecer “métodos” entre ellos el método empírico? ¿En verdad no hay una
estructura trascendental que guíe la convivencia humana? ¿No son acaso
expresiones de la verdadera filosofía la ontología, la metafísica, la
cosmología, la interpretación del mundo, el racionalismo, la búsqueda de lo
trascendental (no necesariamente en términos religiosos), etc. que permiten ir
hacia la verdad, hacia el conocimiento, hacia la felicidad humana en el cosmos?
¿Ha contribuido o puede contribuir la filosofía
pragmática a la construcción del desarrollo humano, de la justicia, de la
libertad, de la democracia cuando tiene el asunto del hábito como el eje de la convivencia humana? ¿Es, realmente,
filosofía la denominada “filosofía
pragmática” o es una etiqueta para la defensa de un orden establecido?
¿Cuáles son lo argumentos para la defensa de la verdadera filosofía? El asunto
de la vinculación de los hábitos en
la convivencia de la humanidad en el marco de la filosofía pragmatista, sin embargo, es más explicable (y razonable)
en el ámbito de la Política. Por esta
razón es que sostengo que la Filosofía, por su inmanente naturaleza, no puede
–no debe- ser pragmático o pragmatista; la política SÍ; es más, la política sí
debe ser pragmática. Yo estoy de acuerdo que se habla de la política
(pragmática), de la economía (pragmática), de la ciencia (pragmática), de la
educación (pragmática), etc.; pero NO cuando se habla de filosofía pragmática.
IV
De eso es justamente –de la política
pragmática o del pragmatismo en la política- la que vamos a tratar a
continuación. Es en la concepción de la naturaleza de la política por parte de los “filósofos pragmatistas” que podemos
encontrar desnuda a la llamada “filosofía pragmática” mostrando toda su
verdadera significación en el (en)cubrimiento o justificación de un statu quo en el orden mundial a todas
luces injusta a nombre de una supuesta filosofía basada en hábitos, hechos y
resultados concretos, empíricos, utilitarios, exitosos, prácticos, contantes y
sonantes; basada en una filosofía en la que la gente viva acorde con los
hábitos (impuestos hasta casi impulsivamente por el sistema) y en la que el fin
justifique los medios. Porque ¿qué es sino la política descrita por Maquiavelo,
por ejemplo? No es pues sino enteramente la concepción de una política eminentemente
pragmática, pues si es necesario la perfidia o el asesinato en el ejercicio de
la política para llegar al poder y
mantenerse en él; está justificado). ¿Qué es sino la democracia, la libertad,
la justicia, etc. en el marco de la política como consecuencia de una
“filosofía pragmática” que aborrece, por ejemplo, la búsqueda de la esencia, de
la verdad y de la trascendencia de la política, de la democracia, de la
justicia, de la libertad, etcétera? No son sino categorías inmersas en el marco
del liberalismo occidental (y de sus matices) y norteamericano. ¿Qué es sino la
democracia “pragmática” que aquella que cada cierto tiempo, haya votos para
mantener un sistema político injusto. ¿Qué es sino la libertad? No es sino libertad
pragmática (libertad para vivir en la pobreza, o en las nuevas formas de
esclavitud, por ejemplo).
Precisamente en el contexto de la complejidad de la
naturaleza humana adquiere especial importancia, para los
“pragmatistas”, el asunto del hábito
(acciones recíprocas, emociones, impulsos,
inteligencias, conductas, motivos), que a su decir es el eje
central para la comprensión del comportamiento humano en el ámbito de la política. Así, para los pragmatistas, el
hábito o costumbres como respuestas a determinados estímulos externos, es
fundamental para las explicaciones e interpretaciones de la naturaleza humana y, por consiguiente
para la reflexión filosófica. Los hábitos son
productos y/o expresiones del contexto social adquiridos por las personas en su
interrelación con determinadas condiciones objetivas (y subjetivas). Respeto a
los hábitos es necesario decir que éstos son resultados de los factores
externos y que no necesariamente reflejan la naturaleza humana aunque ésta es
proclive hacia los hábitos porque la tendencia de la naturaleza humana es que
la gente puede fácilmente adquirir hábitos que les son impuestos cuasi
impulsivamente (imposiciones) a través de los factores externos o condiciones
exógenas[30]. Los
hábitos que se forman en las sociedades no es que sean expresiones de la
naturaleza humana sino costumbres amoldadas –aun en contra de la naturaleza
humana- por los factores externos que generalmente están orientadas o sesgadas
hacia los que ostentan el poder (político-económico-ideológico) que generalmente
son de los que poseen riquezas quienes también están habituados (naturalmente) a vivir en la riquezas. Respecto
a la apreciación de Dewey[31]
acerca de la filosofía pragmática -pragmatismo
filosófico o el método empírico de la
filosofía se debe manifestar que tal filosofía no es sino la filosofía
pragmática norteamericana que sirve precisamente como marco de la política (y
de la pedagogía) estadounidense. Así, el pensamiento de los pragmatistas, por
consiguiente de los “filósofos pragmatistas” sobre política
y democracia en el marco de su posición respecto a la Naturaleza humana y de su pragmatismo es, finalmente, la
explicación de las características de la democracia (liberal) norteamericana. Al fin y al cabo la democracia de Dewey (democracia estadounidense, liberal,
individualista) es un hábito muy bien formado en la sociedad
norteamericana que precisamente hace explicable su predisposición histórica
hacia el hegemonismo para el dominio mundial. Es indudable que los pragmatistas
han establecido las bases de la filosofía, pedagogía y política (e ideología)
norteamericana o de la denominada “sociedad abierta”[32].
Por otra parte, cuando aquí hablamos de política y sus expresiones tales como la
democracia, la libertad, los parlamentos, las elecciones, etc. nos
referimos “a la apropiación del Poder
del Estado y el ejercicio de él,
justificado por una ideología que la
(en)cubre”[33]. La Política son las maneras de llegar al
poder y de ejercerlo. En otras palabras, la
Política es la manera de llegar al poder del Estado y ejercerlo legitimando
coercitivamente el dominio en la sociedad. La política es, desde Sócrates hasta
los marxistas, el ejercicio coercitivo del poder para -en el contexto de una
ideología- velar el “bien común”, el “bienestar” de la sociedad, de la ciudad,
del “pueblo”; para redimir “la explotación del hombre por el hombre”, para
lograr el “Estado de bienestar”, para promover el desarrollo económico-social,
para garantizar la equitativa distribución de la riqueza, etcétera.
Por
las razones anteriores y para los propósitos del presente ensayo (suponiendo
que lo sea), se establece que la política
de Dewey (su pensamiento político pragmático) a través de sus
conceptualizaciones sobre democracia
y libertad no son sino una corriente
filosófica-política propia de liberalismo norteamericano, en contraposición del
liberalismo europeo y, ante todo, en contraposición de la filosofía y política
marxista. Así mismo se establece que en asunto específico del pensamiento político, en general de la política y en el contexto de la
afirmación anterior, “la historia de la humanidad ha experimentado dos –nada
más que dos- modelos antípodas de
política: la liberal y la marxista; ambas en ocaso hoy por cuanto,
pese a sus prédicas, subsisten incólumes en el mundo, nuevas formas de
esclavitud, la pobreza, las desigualdades, la ignorancia, las injusticias, las
guerras y toda suerte de infelicidad humana en la historia de la humanidad”[34].
En ocasiones en que suelo opinar en contra de la filosofía pragmática, en contra de la filosofía (o pensamiento)
liberal, en contra de quienes defienden y justifican el establisment mundial que no logra resolver los grandes problemas
que aquejan a la humanidad, como son las desigualdades abismales, las
injusticias y las pobrezas; he notado conjeturas en contra de mis apreciaciones
como provenientes del más despreciable “comunista” o “marxista”; empero, he
deslindado con el “marxismo” porque así como el pensamiento liberal no ha
solucionado los grandes problemas de la humanidad, tampoco lo ha hecho el
marxismo en sus casi dos siglos de vigencia (desde 1848, si es preciso un
hito).
La política es –sostengo- el ejercicio
coercitivo del poder inserto a una ideología para “velar” el “bien común”, el
“bienestar” de la sociedad, del “pueblo”; para redimir “la explotación del
hombre por el hombre”, para lograr el “Estado de bienestar”, para otorgar
“democracia”, “libertad”, “justicia”; para promover el “desarrollo
económico-social”, para garantizar la “equitativa” distribución de la riqueza,
etcétera. Empero, la esclavitud, la pobreza, la extrema pobreza, la ignorancia,
la guerra y toda suerte de infelicidad humana persisten incólumes en la
historia del hombre en el planeta. Así, es evidente el fiasco mundial del
modelo de política liberal en
el contexto de la “filosofía pragmática” aun en la variedad de
sus máscaras: neoliberalismo, economía de mercado, mercantilismo,
parlamentarismo, república, nacionalismo, posmodernismo, globalización, Estado
de bienestar, el Estado de derecho, etcétera; y también evidente el
fiasco del modelo de la política marxista aun en la pluralidad de
sus máscaras: socialismo, comunismo, izquierda, revolución, socialdemocracia,
etcétera). He aquí la tesis: en los albores del Siglo XXI y del Tercer Milenio
es evidente la decadencia del pensamiento político marxista y la decadencia del
pensamiento político liberal, esta última en el contexto de la “filosofía
pragmática”.
“La democracia –dice
Dewey- implica creer que las instituciones políticas y la ley sean tales que
tengan en cuenta fundamentalmente la naturaleza humana. Debe dar más libre
juego que cualquiera de las
instituciones no democráticas” Pone de manifiesto “la falta de una teoría
adecuada de la naturaleza humana en sus relaciones con la democracia” y a cuya
consecuencia, “El apego a los fines y
métodos democráticos ha tendido a
convertirse en cuestión de hábito y tradición y que al hacerse rutinaria es
fácil minar cuando el cambio de condiciones modifica otros hábitos”[35].
En razón
a este pensamiento de Dewey, entonces es necesario crear y mantener la democracia, la libertad y las instituciones en función de los hábitos y costumbres
de la sociedad norteamericana y no como inherentes a la naturaleza humana (su configuración biológica y social en la que intervienen sus hábitos,
instintos, deseos y propósitos, de sus interacciones), pues, “Es necesario reconocer
–hipótesis de Dewey- que la libertad no es un valor inherente a la constitución
de la naturaleza humana”[36].
O sea el hombre por naturaleza no ama la Libertad, a cuya consecuencia la
“libertad” hay que imponerla (aun coercitivamente), creando determinadas
condiciones propias del liberalismo que en conjunto va ha configurar la cultura
(liberal), dentro de la que debe convivir las personas en la sociedad.
La explicación de
Dewey acerca de lo que es –o que debe ser- la democracia es que “La democracia
siempre ha estado aliada con el humanismo, con la fe en las potencialidades de
la naturaleza humana –tradición norteamericana-… Tenemos que ver que democracia
significa la creencia en que la cultura humanista debería (sic) prevalecer”[37].
Había que dilucidar lo que se entiende por “humanismo”, aunque el “humanismo”
norteamericano es conocido en el mundo. Así mismo Dewey explica los mecanismos
de la democracia a través de métodos
de discusión parlamentaria (Cámaras Legislativas, senados, etc.).
“El uso de votos
–afirma Dewey- en vez de balas, del derecho de votar en vez del látigo, es una
expresión de la voluntad de substituir con el método de discusión (Cámara
Legislativa, por ejemplo) el método de coerción”. “Para los fundadores de la
democracia norteamericana –continúa diciendo Dewey-, las demandas de ésta eran
esencialmente las mismas que las de una justa y equitativa moralidad … que las
instituciones de gobierno propio (senado, cámaras, etc.) son los medios de que
se vale la naturaleza humana para lograr su más cabal realización en el mayor
número de personas…. Hemos avanzado lo bastante para decir que la democracia es
una forma de vida (Habito). Nos falta todavía comprender que es una forma de
vida personal que nos da una norma moral para la conducta personal”[38].
Los partidarios de la democracia en el contexto del pensamiento de Dewey
abogan, por supuesto, a que la democracia
sea como condición previa para la libertad. Sin embargo Dewey postula que la
libertad no es un valor inherente a la constitución de la naturaleza humana.
“Lo que los hombres han estimado bajo el nombre de libertad y por lo que han
luchado, es variado y complejo, pero, en verdad, nunca ha sido un libre albedrío
metafísico"[39]. Para
Dewey, por ejemplo, no hay un hombre bueno ni un hombre malo por naturaleza.
Nótese que Rousseau hizo famosa su célebre declaración “El hombre nace libre
pero en todos lados está encadenado”, “el hombre es bueno por naturaleza, pero
la sociedad (las interacciones, los hábitos, las fuerzas externas; este entre
paréntesis es nuestro) lo corrompe”. Así, las instituciones, en última
instancia, son hechas por y para el hombre, y no al revés.
Para el pragmatismo las
personas humanas son seres que se definen a partir de la relación constante que
existe entre su naturaleza biológica y el contexto social. Pero Dewey agrega
otra categoría, la de cultura, la
misma que configura sus hábitos y costumbres de las personas; de modo que
la mejor forma de comprender la democracia (de Dewey) es a partir de la
cultura por cuanto la libertad no es innato a la persona
humana sino algo que existe según el contexto de las condiciones “culturales”
que hace posible su existencia. Nuestra posición es que la libertad, la vida
democrática, la igualdad, la justicia, etc. son inherentes a la naturaleza
humana y no, como sostiene Dewey, resultados de fuerzas externas que configuran
hábitos. El asunto es que los que
ostentan el poder económico y político pueden y de hecho crean determinadas
condiciones que amoldan a las personas hasta configurar hábitos y costumbres
para que ellas puedan convivir con distintos grilletes. (Parafraseando a Vilfredo Pareto se
trata del ejercicio del poder de una
“minoría vital” hacia una “mayoría trivial” que es la gran parte de la
población mundial[40]).
Cualquiera
fuera la filosofía y el pensamiento político (liberal, marxista u otra tercera
que aún no existe) la naturaleza humana (unidad psico-biológica que hace a la
persona un ser pensante y con inteligencia que busca bienestar, igualdad,
justicia, con tendencia a la búsqueda de la felicidad ideal) es la que debe
amoldar las configuraciones políticas (democracia, libertad, parlamentos,
votos, etc.), y no al revés. No se trata de crear condiciones externas para que
las personas –vía hábitos y costumbre (cultura)- se amolden a las creaciones
políticas humanas (interesadas).
¿Y,
qué es de la política y el pragmatismo (política pragmatista) bajo la
sombra de la denominada “filosofía pragmática”
en el Perú? Es la política que está vigente vigorosamente. La democracia, la
libertad, la justicia, la ley, el voto, la libertad de expresión, la
tolerancia, la cultura, los derechos humanos, los valores, la opinión pública,
el feminismo, el regionalismo y todos los asuntos relacionados a la política en
el Perú estuvieron –y están- cargados de altos componentes de pragmatismo
porque de lo que se trata es el ejercicio del poder en función de intereses de
algún sector en detrimento de otro, tanto nacional como internacional. Así, no
está en juego la búsqueda de la calidad de vida de la gente, del desarrollo, de
la igualdad, de la felicidad humana, de la verdad, de la justicia, del derecho,
etc., sino lo que está en juego son resultados, ganancias, utilidades,
beneficios, éxitos, dominios, poderes, etc. que garanticen el bienestar de unos
y el statu quo de los otros (dicho
sea de paso y coincidentemente la mayoría de los peruanos). Así, pues, el
pragmatismo “reina” en la praxis de la política en el Perú. Así pues el
pragmatismo (de Peirce, James, Dewey, Rorty, Berstein, Habermas, Putnam, etc.)
-expresión del liberalismo (norteamericano) matizados en sus diferentes
tonalidades (fujimorismo, nacionalismo, aprismo, izquierdismo, militarismo, economía
con rostro humano, etc.)- es el que está vigente en el país sin dar solución a
sus eternos grandes problemas, condenando al Perú casi para siempre estar
consuetudinariamente en condición de país subdesarrollado. Así, la cultura
política peruana instituida (en la mente de los peruanos) no es sino la cultura
pragmatista; tanto esto es así que las desigualdades, las pobrezas, las
ignorancias, las injusticias, etc. nos parecen normales, naturales, humanos. Es
que estamos habituados, acostumbrados, pues así nos han educado
(educación pragmatista es la que aún tenemos).
Y
pensar que, muy a pesar de todo eso, los filósofos peruanos en vez de
contribuir a la reflexión filosófica hacia la renovación de la política
(pragmatista) para contribuir a mediano y largo plazo a construir una nueva
sociedad peruana igualitaria, justa, libre, con calidad de vida para sus
pobladores, tendientes a la búsqueda de la felicidad humana –no es
sentimentalismo; pretenden resucitar una pseudo filosofía (la “filosofía
pragmática”), divulgar y “afianzar” la política pragmatista contribuyendo a la justificación
del modo de vida (subdesarrollado, cuasi inhumano) existente en la sociedad. He
apreciado de cómo los filósofos peruanos (de algunas manera representados en
este Curso) discuten diversos asuntos vinculados al pragmatismo (democracia,
libertad, justicia, la libertad de expresión, la tolerancia, la cultura, los
derechos humanos, los valores, la opinión pública, el feminismo, etc.) como si
fuesen temas disímiles o temas sueltos, cuando son asuntos circunscritos al pragmatismo, a la denominada “filosofía pragmatista” y cuando –en
todo caso- se trata de cuestionarla.
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26. Pensar la ciencia. La influencia de las concepciones
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27. Politeísmo romántico. Richard Rorty. Documento electrónico
en: http://es.scribd.com/doc/92834931/Richard-Rorty-El-Pragmatismo-una-version-antiautoritarismo-en-epistemologia-y-etica
HASTA LA PÁGINA 64.
28. Política, democracia y
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29. Pragmatismo y política.- Richard Rorty.- Ediciones Paidós, España 1998.
30. ¿Qué es filosofía? José Ortega y Gasset.- Obras Completas. Volumen
VII, Alianza Editorial-Revista de Occidente, Madrid 1983
31. Richard Rorty: el neopragmatismo norteamericano.- José Suarez
Molano.- Instituto de filosofía de la Universidad de Antioquia. Libro
electrónico completo en: http://books.google.com.pe/books?id=zoI1-1h4GmAC&pg=
32. Separatas entregadas en el Curso: B) El
falibilismo y la tolerancia de Richard Berstein. C) Pragmatismo y política (El problema de la justicia) de Richard
Rorty. D) Política y ciencia de
Jürgen Habermas. E) La filosofía y el
método empírico y La reconstrucción de la filosofía de
Richard Orozco.
33. Tolerancia: el estado de la cuestión.
Miguel Giusti, editor. Fondo editorial del PUCP. Centro de estudios
filosóficos. Lima, 2010
REFERENCIAS:
[2] A propósito de las escandalizaciones, el profesor del
Curso dice: “Hay cada vez más muestras de una tendencia pragmatista en nuestra
sociedades modernas, entonces hay menos razón para que alguien se escandalice”
(Blog personal, 2008). Lo escandaloso no es que la política, la educación, etc.
sean pragmatistas –deben ser pragmatistas. Lo escandaloso es que haya filósofos
que prediquen una “filosofía” pragmatista o pragmática (pragmaticismo, a decir de Peirce; instrumentalismo, a decir de Dewey),
basada en el “método empírico” (¿?). Efectivamente, en nuestra sociedad de hoy
no sólo hay tendencia pragmatista sino prevalencia pragmatista en el
pensamiento político, educativo, económico, etc.; pero, que ese “pensamiento
pragmatista” prevalente no es sino el occidental, el norteamericano, el liberal
(neoliberal), el yanqui, (cuya máscara es la denominada “filosofía
pragmatista”) que justifica y le da el carácter “lógico” al “modus vivendi” de
la mayor parte de la población peruana –sin hablamos del Perú- postrada en las
pobrezas e injusticias.
[18] Concepto éste (el hombre) que
involucra al de la mujer; nos
referimos al hombre como persona humana.
[21] La Filosofía es única,
inmanente, inmutable; no hay –no puede haber- filosofía tradicional, antigua,
moderna, contemporánea, etcétera. La Filosofía de Thales, Sócrates, Tse, Buda,
Platón, Aristóteles o de Tomás de Aquino es, en esencia, la misma: reflexión,
pensamiento, asombro de todo cuanto hay en el mundo y en el cosmos; es en el
fondo la misma: es metafísica, ontológica, trascendental, búsqueda racional
permanente de las esencias; por su puesto concordantes con las características
de las épocas que sí son cambiantes. Quitadle a la Filosofía
su naturaleza inmanente (metafísica, ontológica, trascendental), deja de ser
Filosofía. Desde
el momento en que la Filosofía se convierte en pragmática ¡se acabó la filosofía! Es, por consiguiente, distorsionar la naturaleza misma de la
Filosofía cuando por algún interés se melle su esencia diciendo que antes (la
“filosofía tradicional”) era metafísica, ontológica, trascendental; y que eso
debe cambiar y se debe “reconstruirse”. En tal situación la Filosofía no ha
cambiado (de tradicional a “moderna”; de tradicional a pragmática) sino se le ha dado muerte.
[37] Citado por Figueroa
[1] Según la estructura curricular oficial del Doctorado
en Filosofía, la denominación del curso es Seminario
de Política C que tiene su propia naturaleza y contenidos. El profesor desarrolló el curso con el
nombre de Seminario de Filosofía Política,
convertido finalmente en un Curso sobre la Filosofía
pragmática. El
profesor del Curso al iniciar el Ciclo advirtió que el Curso era sobre la
“filosofía pragmática” y estableció un cronograma para que los participantes del
Curso expusiéramos sobre algunos capítulos de los libros de los principales
representantes de la “filosofía pragmatista”: Dewey, Rorty, Bernstein, Habermas
y Putnam (aunque ningún texto de los fundadores: Charles Peirce y William James).
[3]
Orozco, 2013
[4] Aunque este último (que la
“filosofía pragmática” sea una filosofía norteamericana y liberal) no es al
asunto central de mis críticas sino su antifilosofía;
porque ya muchos han criticado con suficiencia de fundamentos la filosofía, la
política y la economía de EEUU y el liberalismo y sus matices (neoliberalismo,
por ejemplo).
[5] Debo confesar que nunca
antes he escuchado hablar acerca de la “filosofía pragmática”, pero no tanto
porque por el hecho de que no formo parte de la cantera de la filosofía sino
porque esta “filosofía” ha quedado en el olvido (precisamente por su
antifilosofía) desde su aparición (la mitad del Siglo XIX) , bajo la sombra de
los pensamientos filosóficos (analítico, trascendental, fenomenológico, hermenéutico)
y por la reconquista de la metafísica, ontología, epistemología, etc. como
componentes de la filosofía. La mejor prueba de esto, sobre todo en el Perú, son algunas publicaciones sobre la historia de
la filosofía Latinoamericana (David Sobrevilla, Francisco Miro Quesada C,
Miguel Giusti) que ni siquiera mencionan a la “filosofía pragmática”. Así,
pues, la llamada “filosofía pragmática” es virtualmente un cadáver filosófico
(con el perdón de la expresión), que hacemos mal en el Perú pretender resucitarlo.
[6]
Orozco, 2013
[7] Sin apelar a sutiles
discusiones semánticas y etimológicas admitimos para fines de nuestras
exposiciones la sinonimia entre pragmático
y pragmatista.
[8] Escuché a un ciudadano que estudió la carrera de Filosofía en una
universidad presentarse diciendo: “yo soy filósofo”. ¿Quiere decir que el que
estudió filosofía es filósofo y quienes no, no? A decir de pensadores como
Gramsci, Ortega, Marías y otros, todos somos, de alguna manera, filósofos. El mismo William James cuando dictaba sus conferencias acostumbraba
decir: “Sé que todos y cada uno de mis oyentes tienen una filosofía” (es
decir, consideraba a sus oyentes como filósofos). Además –he aquí otra tesis que trataré de fundamentar
en algún momento- la filosofía no se enseña ni se aprende; se asume. Yo
conocí en mi pueblo a un anciano sabio y, por eso mismo, filósofo; era
analfabeto. Sócrates, Platón y Aristóteles fueron grandes filósofos de la
humanidad sin estudiar ex profesamente filosofía sino asumiéndola. No lograron
ser filósofos sino a fuerza de sus conocimientos de todos los saberes. Así,
sostengo que todas las personas, de alguna manera y en la medida de sus conocimientos,
son filósofos porque la reflexión, la meditación, la admiración, el asombro; la
búsqueda de la verdad, de lo trascendental, de la felicidad humana, etc. forman
parte de la naturaleza humana. Además, nadie da el grado o título de filósofo (no podía, ni debía) sino de
bachiller en filosofía, licenciado en filosofía, máster en filosofía o doctor
en filosofía.
[9] Me abstengo de citar otras
críticas hacia la “filosofía pragmática” provenientes de sectores con tonos más
radicales como, por ejemplo, de Harry Wells (1964) que habla del “pragmatismo
como filosofía del imperialismo”.
[10] Manual de filosofía
[11] José Ortega y Gasset, Obras completas, Editorial
Revista de Occidente, Madrid, vol. 1. Citado por Agustín Basave Fernández en el
artículo El pragmatismo norteamericano.
[12]
Agustín Basave Fernández en el
artículo El pragmatismo norteamericano.
[13] Alfredo Fouillée, Historia general de la filosofía,
Ed. Nueva Biblioteca Filosófica, Madrid, 1933, Vol. IV, p. 156. (Citado por
Agustín Basave).
[14] Miguel Giusti.- La filosofía del siglo XX: balance y perspectivas
[15] Javier Alcoriza Implicaciones del pragmatismo de Peirce y
James
[16] Es preciso señalar la
distinción entre concepto (general,
opinión, parecer) y definición
(exacto, preciso, riguroso). Siendo así, las definiciones corresponden, en todo
caso, a la ciencia, a la política, a la economía, etc.; más no a la filosofía.
Hacemos mal, por consiguiente, hablar en términos de definiciones en el ámbito de la filosofía.
[17] “El Universo, integridad del mundo, es raíz de la filosofía. Entiendo
por Universo formalmente «todo cuanto hay». Es decir, que al filósofo no le
interesa cada una de las cosas que hay por sí, en su existencia aparte y
diríamos privada, sino que, por el contrario, le interesa la totalidad de
cuanto hay. Por cosas entenderemos no solo las reales físicas o anímicas, sino
también las irreales, las ideales y fantásticas, las trans reales, si es que
las hay. A Aristóteles le parece «natural» que nos preguntemos por el «mas
allá. Evidentemente, el «mas allá» de las cosas no está en manera ninguna
dentro de ellas”. (¿Qué es la filosofía?
de José Ortega y Gasset. Obras completas).
[19] Por mundo generalmente entendemos al planeta Tierra y su entorno
próximo. Por universo entendemos
–debemos entender- al cosmos. Se cree
que hace 13 mil millones de años, a consecuencia de una gran explosión cósmica
(teoría Big Bang) existe el universo y hace 5 mil millones de años aparece el
planeta Tierra precisamente a consecuencia de ese extraordinario estallido de
energía y en ella (Tierra) hace dos millones de años que aparece el hombre (“homo habilis”) y hace 200 mil
años el “homo sapiens” (el humano que conocemos actualmente). Se cree, así
mismo, según investigaciones, que existe 60 mil millones de planetas (sólo en
la galaxia conocida como Vía Láctea
en la que se encuentra, insignificante, el planeta Tierra; y habrían millones
de galaxias). Véase la página Ciencia y
Tecnología del diario Perú21, julio 2013). Digno de asombro. El tiempo y el
espacio ¿son infinitos? ¿Qué será del universo, de la Tierra, del hombre de aquí a miles de millones de
años? Pensar que la vida del hombre
es fugaz; nace y “desaparece” en un abrir y cerrar los ojos. La brevedad de la
vida es un efímero pestañeo.
[20] Si la Filosofía es así como hemos hecho
entrever, entonces ella -la Filosofía- es una concepción, una reflexión, una
meditación general (integral, global, holística); no es –ni puede ser- disciplinar.
La ciencia, la política, el derecho, la lingüística, la lógica, la economía, la
administración, la sociología, la antropología, la física, la química, etc.,
etc.; sí son disciplinares. Si esta afirmación es correcta, entonces es
impropio (e incorrecto) hablar –como es usual en nuestro medio académico- de
“filosofía de la ciencia” (Epistemología
es, en mi opinión, la denominación más adecuada), “filosofía política”,
“filosofía de la economía”, “filosofía del derecho”, “filosofía de la
administración”, “filosofía del valor”, “filosofía de la estética”, etcétera; haciendo
entrever que la filosofía es disciplinar y que hay tantas “filosofías” como
conocimientos humanos existen. La Filosofía es única. Otra cosa distinta es
hablar acerca, por ejemplo, de la filosofía
y la ciencia, filosofía y la política (o pensamiento filosófico de la política),
de la filosofía y la economía o de la
filosofía y la administración,
etcétera. Metafóricamente hablando, la Filosofía es un inmenso y frondoso árbol
cuyas ramificaciones (dicotomías) o “partes de árbol (filosofía)” son: la
ciencia, la política, el derecho, la economía, la lógica, la matemática, etc.,
etc., etcétera. El decir, por ejemplo, que “la ciencia es parte de la
filosofía” (“filosofía de la ciencia”) o que “la política es parte de la
Filosofía” (“filosofía política”), estamos diciendo que la política, la ciencia
son partes de la Filosofía, más no que ellas sean filosofías, cada uno
por su lado. Así, la filosofía es general; en tanto que la ciencia, la política
son disciplinares.
[22] Véase La reconstrucción de la
filosofía de Dewey y el documento del profesor del curso La filosofía y el
método empírico (Orozco, 2013)
[24]
El
pragmatismo, Gustavo Torroella,
Revista Cubana de Filosofía, Cuba 1946, Vol. 1,
número 1.
[25] La
reconstrucción de la filosofía de John Dewey. “La experiencia y el método filosófico” titula así Dewey
a uno de los capítulos de su libro. Richard
Rorty, por obvias razones, va por el mismo camino, por el camino contra la
metafísica (que estudia las grandes preguntas que buscan distinguir y zanjar lo
verdadero de lo aparente) y del pensamiento analítico, de quienes dice que
están destinadas al fracaso por culpa de interrogantes e intenciones que no
conducen a nada. Véase su “cimero” libro La
filosofía y el espejo de la naturaleza que es, en mi opinión, un libro de
proclamación contra la verdadera Filosofía. En los mismos términos también habla el profesor del Curso en un
documento suyo titulado “La filosofía y el método empírico, la filosofía que
asume el método empírico” así como en otro documento titulado “La
reconstrucción de la filosofía”, ambos entregados en el Aula. Hay crisis (de la
filosofía) -sostiene- y está de espaldas a la humanidad y debe producirse una
reconstrucción que precisamente consiste en adoptar el método empírico (Orozco,
2013). O sea, lo que plantea es trocar la Filosofía (“tradicional”) por la
llamada “filosofía pragmática”.
[26] Téngase en cuenta que
otro de los obstáculos –aparte de su propio pensamiento- de la llamada
filosofía pragmática es el vocablo “pragmático” o “pragmatista” como sello de
tal “filosofía”. (Aunque algunos pretenden distinguir entre estos dos términos,
empero, en esencia –y desprovisto de toda exquisitez semántica y etimológica-
significan lo mismo). Por tal razón es comprensible la afirmación de James de
que no le gusta el nombre porque, entre otras razones contradice la naturaleza
de la filosofía. Así mismo Peirce preferiría llamarla “pragmaticismo” y Dewey
“instrumentalismo”.
[27] El pragmatismo de William James. Como se sabe James fue quien lanzó el pragmatismo como nueva filosofía en 1898
[28] Un “filósofo” eminentemente empírico,
pragmático es quien va contra la naturaleza de la Filosofía porque ésta no
puede ser pragmática. Podrá ser científico, político –se exige a ellos que sean
pragmáticos; más no filósofo pues éste tiene que meditar respecto a las cosas
empíricas pero también –y ante todo- el filósofo debe ir a la esencia, al ser; a
la búsqueda de lo trascendental, de la verdad; debe ir hacia el pensamiento
ontológico, metafísico.
[29] He apreciado que una de
las causas de la gran cantidad de ambigüedades existentes en el ámbito de la
filosofía que impide la claridad (la claridad como cortesía del buen filósofo)
es, por ejemplo, hablar indistintamente acerca de la ciencia y de la filosofía
sin hacer distingos entre ellas.
[30] Por ejemplo, mucha gente del interior del país
(Perú), especialmente de las zonas de pobreza extrema, se ha habituado a esa pobreza virtualmente
inhumana que hasta a ellos les parece normal y natural vivir así.
[31] Dewey, más que mentor de
la filosofía (pragmática), es un importante pensador acerca de la Educación
(pedagogía), que aborda tales temas desde un punto de vista, efectivamente,
pragmática. No digo que Dewey no sea un filósofo porque lo es; lo que digo es
que más que a la fundamentación filosófica del pragmatismo Dewey fundamentó el pragmatismo pedagógico (Educación) cuyo
modelo es la base de la Educación norteamericana.
[32] Término acuñado por K.
Popper para referirse a la defensa de una sociedad como la norteamericana y
sociedades alineadas a su periferia; distinta a la concepción, por ejemplo de
N. Chomsky y del mismo M. Bunge.
[34] El ocaso mundial del pensamiento
político liberal y del pensamiento político marxista. Nemesio Espinoza (2012).
[36] Manuel
Figueroa C., 2008. El concepto de
Libertad en la filosofía de John Dewey.
Documento en PDF.
[38] Figueroa, 2008
[39] Hipótesis de Dewey y epígrafe, respectivamente citados
por Figueroa 2008 sobre la base del libro de Dewey Naturaleza humana y conducta, México,
Fondo de Cultura Económica, 1964.
[40] Es fácil deducir que de
cerca de 7 mil millones de la población mundial, cuando menos 5 mil millones
están en situación de pobreza en los que no existe la cultura de la calidad de vida por que está
“habituados” a las privaciones de naturaleza económica-social.
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