domingo, 28 de julio de 2013

La antifilosofía de la filosofía pragmática


LA ANTIFILOSOFÍA DE LA “FILOSOFÍA PRAGMATICA”

Por Nemesio Espinoza Herrera

Documento presentado en el marco del Programa de Doctorado en Filosofía (Curso: Seminario de Política C). Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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I

En el Curso de Seminario de Política C[1] he expresado mis opiniones en contra de la llamada Filosofía pragmática: primero dubitativamente, luego con convicción amparado con argumentos. Apenas yo escuché en la primera sesión decir al profesor: “en este Ciclo discutiremos sobre la filosofía pragmática”, en  mis interiores me escandalicé y percibí a la Filosofía aún con mayor ambigüedad de la que hasta entonces tenía[2]. Intuitivamente decía a mí mismo: ¡¿Filosofía pragmática?! ¿Puede la filosofía ser pragmática? Bueno, podemos aceptar que la política, la ciencia, la economía, la administración y, en general, las ciencias particulares, sean pragmáticas –deben ser pragmáticas; pero la Filosofía no. Inicié la tarea de investigar. Leí y sustenté en el Aula mi exposición sobre el tema Naturaleza Humana y democracia, Capítulo V del libro Libertad y cultura de John Dewey en la que sostuve mis puntos de vista cuestionando a la denominada “filosofía pragmatista”. Posteriormente desarrollé un examen en el que también sostuve mis opiniones en el mismo sentido. He participado en clases dando mis opiniones. Mis pareceres en contra de esta “filosofía” fueron calificados como prejuiciosos y falaces respecto a la “filosofía pragmatista” principalmente cuando sostenía que esta filosofía al estar “basada en el método empírico”[3] es contraproducente con la naturaleza de la filosofía; y, es más: la “filosofía pragmatista” resulta siendo un pensamiento norteamericano y liberal que justifica el “modo de vida” (el establishment) de la mayor parte de la población del planeta[4]. Había, pues, una predisposición para no escuchar y admitir mis opiniones en contra de la “filosofía pragmática”. Por tales razones, en el último tramo del Ciclo decidí mantener silencio y optar por escuchar con atención los argumentos de los que ahí (Aula) planteaban. He constatado que los participantes que desarrollaron sus temas asignados no defendieron con entusiasmo a la “filosofía pragmática”, aunque tampoco lo cuestionaron activamente. Han abordado diferentes temas (democracia, opinión pública, justicia, libertad, tolerancia, derechos humanos, feminismo, etc.) como temas disímiles y no como un cuerpo de pensamientos insertos a la denominada filosofía pragmática, porque lo que está en el tapete no son temas sueltos per se sino fundamentos concatenados de tal filosofía.


II
Siendo parte de la actividad académica del Curso la presentación de un ensayo sobre algún tema de interés, he decidido ensayar un ensayo (valga la expresión) para sustentar mis opiniones de que la denominada “filosofía pragmática” es una antifilosofía, la misma que en nuestra sociedad –salvo cuando se trate de propósitos de la historia de la Filosofía- debía estar cuestionada y confinada en el lugar en el que siempre estuvo –y está: el olvido[5]. El mismo profesor del Curso ha señalado –refiriéndose a Dewey- que el pragmatismo fue abandonado entre otras razones por la aparición del Círculo de Viena y de la filosofía analítica retomándose con Habermas y otros[6]. Ni hasta con Rorty, Bernstein, Habermas, Putnam y otros, porque ellos más que hablar de filosofía pragmática, hablan principalmente de una diversidad de temas vinculados a la política pragmática (pragmatismo y política), y hemos dicho que es plausible hablar acerca de ella y, más aún, reclamamos sea pragmática la política (así como otras áreas disciplinares); más no la filosofía.
Por estas razones es que decidí escribir este ensayo (suponiendo que es un ensayo) para manifestar mis opiniones en relación a la denominada filosofía pragmática. He dado vueltas sobre qué título poner. Luego de algunas reflexiones decidí con el que aquí aparece. Es un título aparentemente temerario; pero, considero que la “filosofía” materia de nuestras críticas tiene el carácter antifilosófico y en defensa de la Filosofía (aunque no soy yo el que tenga que defenderla), estimo necesario cuestionarla. Téngase en cuenta que aquí se aborda sobre el asunto de la filosofía pragmática, no sobre lo que es el pragmatismo en sí, ni lo que es pragmático[7], ni sobre la política pragmática.
Para una mejor comprensión de los planteamientos que aquí se establecen es necesario merecer la tolerancia del lector, especialmente de los filósofos[8]. Esto porque he apreciado que ellos -aun cuando no se lo propongan así- tienen la predisposición a pensar que quienes no somos de las canteras de la filosofía, nuestras opiniones acerca de ella no tienen mayor fundamento y no resulta importante rebatir, discutir, dilucidar asuntos de la Filosofía y hasta se muestran intolerantes. La “antifilosofía” de la filosofía pragmática ¡Já!, sonreirán; son prejuicios y falacias, dirán. Teniendo en cuenta que los otros participantes, aun filósofos, no cuestionaban a la “filosofía pragmática” –ni tampoco la defendían-, al cuestionarla me sentí paria, apátrida, marginal porque pensaba que “todos” aceptaban la hasta entonces desconocida “filosofía pragmática” y que era yo solo el que pretendía rebatirla aún en el contexto de mis ignorancias (aunque el buen camino en la vida es ir descubriendo sus propias ignorancias). Sin embargo, y para aliento mío, en el camino de mis lecturas sobre esta filosofía -“filosofía” que a opinión mía, reitero, es una antifilosofía, un pensamiento norteamericano y liberal que justifica el “modo de vida” (el establishment) de la mayor parte de la población del planeta que está bajo nuevas formas de esclavitud, pobrezas y desigualdades consuetudinarias-, encontré que había ácidas críticas por parte de connotados filósofos e investigadores. Anoto a continuación algunas de ellas[9].

“El pragmatismo –dice José Vasconcelos- es filosofía norteamericana. En rigor, el pragmatismo es un eco del viejo utilitarismo inglés y una extensión nacional del buen sentido común de Crusoe; así Huneker la llama ´filosofía de filisteos´, y es lo que es”[10]. "El origen del pragmatismo -advierte por su lado José Ortega y Gasset- habría que buscarlo en el enojo que algunos sienten contra la ciencia, porque no ha demostrado aún la realidad de Dios y la inmortalidad del alma”… Poco tiempo después, en los albores pueriles de nuestro siglo, se hizo de este pensamiento una filosofía: el pragmatismo: con el simpático cinismo propio de los yanquis. El pragmatismo norteamericano se ha atrevido a proclamar esta tesis: 'No hay más verdad que el buen éxito en el trato con las cosas´”[11]. “El periodo más característico y creativo de la filosofía norteamericana está constituido por el pragmatismo y hay quienes esperan que los filósofos contemporáneos reemprendan la tarea más genuinamente estadounidense. Porque dentro y fuera de Estados Unidos se ha considerado al pragmatismo como la filosofía ´más claramente norteamericana en sus perfiles´”[12].
“Alfredo Fouillée embiste contra el pragmatismo norteamericano en términos poco comedidos: "Durante estos últimos años hemos presenciado el desarrollo de su sistema anti-intelectualista y neo-sofístico que ha tomado el nombre de pragmatismo. Consiste en una filosofía empírica de la acción y del hecho que reduce el conocimiento a una acción eficaz y la verdad a la utilidad para la vida o para la acción. El pragmatismo es retrógrado que juzga el valor de las doctrinas por sus consecuencias y por su comodidad para los fines humanos”[13]. Para Gonzalo Gamio la “filosofía pragmática” es expresión del liberalismo de Estados Unidos basado en las utilidades, en las ganancias, en la propiedad privada, en resultados, en bienes materiales, en individualidades. Son máscaras del liberalismo, dice Gamio[14]. Esta filosofía americana del pragmatismo –piensa Alcoriza- que refleja el pensamiento americano, de los pioneros de “hombres de negocios” que más éxito tuvo en la política, en la democracia  (norteamericana) que es parte de la historia de EE.UU[15].


III

¿Qué es la Filosofía? Es una eterna interrogante que no tiene respuesta, ni tiene por qué tenerla. La naturaleza misma de la Filosofía impide que posea una respuesta, un concepto; menos una definición[16]. Aún así, la filosofía siempre ocupó –y ocupa- el interés de la humanidad en todas las épocas. Así, la filosofía es distinta a la ciencia, a la religión, a la política, a la economía, a la administración, a la lógica, a la estética, a la ética, etc.; en realidad, la Filosofía abarca, involucra al mismo tiempo, a todo eso y mucho más; abarca todo sobre cuanto hay en el universo. La Filosofía (en mayúscula) es totalidad, es generalidad[17], es una cosmovisión, es una interpretación, una concepción del mundo, del universo. La Filosofía es reflexión, pensamiento, contemplación, admiración, asombro, meditación, raciocinio, pensamiento, inteligencia, análisis, abstracción de todos los asuntos vinculados al hombre[18] (en tanto ser y en tanto ente) y su mundo, y su universo, y al más allá de todo[19]. La Filosofía es una metateoría. La Filosofía es todo, y mucho más; es metafísica, incluso es religión (que reflexiona acerca del mundo, del universo en base a la Fe, a la revelación divina); es ontología (que reflexiona del ser en base a la razón desprovista de la teología); es trascendental, es hermenéutica. Así, la Filosofía es todo eso, y mucho más. La filosofía busca explicaciones racionales sobre la naturaleza, sobre las esencias, sobre las sustancias, sobre las leyes, sobre los principios que rigen en el hombre, en el mundo, en el universo; la Filosofía es una reflexión humana de todo cuanto hay en el mundo y universo, meditación de todo cuanto hay en el espacio y tiempo complejos, incomprensibles e infinitos; y, hasta así, la Filosofía siempre termina con la célebre frase de Sócrates: "Sólo sé que nada sé", pues la Filosofía es una dialéctica del amor a la sabiduría incesante. Así, la Filosofía es, ante todo, la reflexión acerca del todo; es una meditación de lo general[20]. Siendo la Filosofía la expresión de todas las disciplinas del saber humano juntas, se basa en su reflexionar en todos los conocimientos que existen en cada una de las disciplinas. La Filosofía se hace más fructífera en la medida de los conocimientos existentes en las disciplinas tales como la ciencia, la política, la economía, la administración, etcétera. La distinción entre la filosofía clásica y la de hoy, no es que se haya trocado en otra “filosofía” –como en la llamada filosofía pragmática, por ejemplo- renunciado a sus bases primigenias, sino en que la Filosofía de hoy es más “rica” en sus contenidos de sus reflexiones debido a la frondosidad de los conocimientos disciplinares.

Ahora bien. La llamada “filosofía pragmática” sostiene que la Filosofía –a la que denomina tradicional[21]-, ha devenido en obsoleta y, por consiguiente es necesario reemplazarla (reconstruirla) con la filosofía del “empirismo naturalista” (o “naturalismo empírico”) basada en el “método empírico”, en los hábitos, en las costumbres, en los resultados, en los beneficios, en lo utilitario, etc. en el contexto de un orden establecido por la “práctica social”[22]. Luis Rodríguez piensa que los prejuicios metafísicos y epistemológicos falsean el carácter de la Filosofía. La metafísica y la epistemología son para Dewey falsos problemas. El positivismo, la metafísica son, para Dewey, asuntos del pasado. Dewey llama a su filosofía como Empirismo naturalista o Naturalismo empírico. Se impone como necesario el empirismo en la filosofía (¿?)[23]. “El pragmatismo cree que el hombre es incapaz de captar la esencia íntima de las cosas, que la razón humana es incapaz de resolver los enigmas metafísicos y desvía entonces su atención a los resultados prácticos, vitales de las ideas y creencias. La actitud del pragmatismo es de desprenderse de las primeras cosas, causas, categorías, principios, substancias, y fijarse en los frutos, efectos, resultados prácticos de las ideas. El pragmatismo cree que el pensamiento no tiene por finalidad conocer las verdades metafísicas, sino orientarnos, ajustarnos prósperamente a la realidad. El pensamiento es como una función vital que tiene su papel en la conservación y preservación de la vida. Introduce un nuevo concepto de la verdad. Para el pragmatismo un pensamiento es verdadero cuando es útil y fomentador de la vida.” [24] El filosofía pragmatista es casi como decir: si la filosofía no me da de comer no es filosofía; por consiguiente no sirve. No importa si algo es verdad o no; lo que importa es que sirva (a alguien). No importa si algo es justo o no, lo que importa es si es o no útil (a alguien).

Al respecto John Dewey piensa así: La filosofía (tradicional) se ha apartado de los problemas humanos y la filosofía ha perdido utilidad o tiene poca utilidad en medio de una confusión terrible. Planteo como reconstrucción de la filosofía el pragmatismo en la Filosofía, planteo la  filosofía empírica, es decir, el empirismo naturalista o naturalismo empírico. Abandonemos los ruinosos restos de la cosmología y ontologías; los prejuicios metafísicos y epistemológicos falsean el carácter de la Filosofía (el subrayado es nuestro). No aplicar la inteligencia, sino aplicar el método de la observación, el de la comprobación experimental. “Ellos, los filósofos pasados –dice Dewey- creyeron que trataban asuntos como el Ser, la Naturaleza (o Universo), el cosmos, la realidad, la verdad”, etc. Todo esto tenían en común: que ellos consideraban como fijo, inmutable, eterno”. “Ciertos seres humanos llamados filósofos llevaron a cabo en el transcurso de los siglos XVII, XVIII y XIX en el sentido de desembarazar el terreno de ruinosos restos cosmológicos y ontológicos que habían sido asimilados emotiva e intelectualmente en la estructura misma y en las funciones de la cultura occidental”. La filosofía no asumió el método empírico, dice Dewey. Es decir, Dewey sostiene que es necesario “abandonar los viejos problemas metafísicos y epistemológicos”[25]. Por su parte William James (quien sostiene que en “el llamado movimiento pragmatista no (le) gusta el nombre, pero (que) es ya tarde para cambiarlo”)[26], cita un ejemplo para una mejor comprensión de la “filosofía pragmática”: “Si a una patrona, antes de admitir un huésped, le es importante conocer el sueldo que éste gana, aún es más importante para ella conocer la filosofía que él tenga. Creemos también que si un general en campaña debe conocer el número de tropas del enemigo, aun es más importante para él saber cuál es la filosofía del enemigo”. Para James el pragmatismo es un método para apaciguar las disputas metafísicas que de otro modo serían interminables[27].

Así, pues, la denominada “filosofía pragmatista” que profesan James, Dewey, Rorty, Habermas, etc. se opone a la naturaleza inmanente de la verdadera Filosofía que en esencia es metafísica, ontológica, trascendental, racional. Y, por consiguiente, hacemos mal, sobre todo en el Perú, predicar la muerte de la Filosofía diciendo que la “filosofía tradicional” se ha trocado por la “filosofía pragmática” y que se debe “abandonar los viejos problemas metafísicos y epistemológicos” así como los “ruinosos restos de la cosmología y ontologías y los prejuicios metafísicos y epistemológicos (pues) falsean el carácter de la Filosofía”. Pero, más mal hacemos si pretendemos divulgar la denominada “filosofía pragmática” (o “pragmatista” que es lo mismo) amparándonos en Dewey, Rorty, Habermas, Bernstein, etc.; y NO en Charles Peirce y en William James; sobre todo en el primero, de quién parte la mal llamada “filosofía pragmática”–en realidad distorsionando la verdadera filosofía de Peirce-. Para un estudio, mejor comprensión y fundado desmascaramiento de la pseudo filosofía denominada “filosofía pragmática” es necesario el prioritario estudio del pensamiento de Peirce y hasta de James, estudio que sin embargo no se ha realizado en el Curso y se ha “estudiado” más bien la política “pragmatista” de Dewey, Rorty y otros quienes se han alejado del maestro Peirce, un científico pero también un filósofo que no aborrecía de la naturaleza eidética y ontológica de la Filosofía; y hasta acaso se han alejado también de la filosofía primigenia del mismo James.
Ahora bien. Aquí se ensaya una hipótesis: no hay, no puede ni debe haber lo que se ha venido en llamarse filosofía pragmática por las explicaciones hechas hasta aquí. Bástese decir que la “filosofía (tradicional)” se ha trocado por la “filosofía pragmática” y que se debe “abandonar los viejos problemas metafísicos y epistemológicos” así como los “ruinosos restos de la cosmología y ontologías y los prejuicios metafísicos y epistemológicos (pues) falsean el carácter de la Filosofía”; se acabó la Filosofía. La misma expresión “pragmática” (no en su acepción de la disciplina lingüística sino en su acepción del hablar cotidiano) es contradictoria con la naturaleza misma de la Filosofía señaladas en el transcurso del presente documento. En tanto que el pragmatismo –cuya  semántica y etimología es igual para el lego como para los mismos filósofos pragmáticos; pues no hay razón decisiva para que por “pragmatismo” entienda una cosa el filósofo (pragmatista) y otra el lego- y denota un hecho, acción o práctica orientada hacia la ganancia, utilitarismo, beneficio y eficiencia, camino hacia el éxito (individualista)[28]. Precisamente los mismos argumentos sostenidos hasta aquí acerca de la naturaleza inmanente de la Filosofía así como de la antifilosofía de la llamada filosofía pragmática hace inverosímil, por ejemplo, afirmar que hay filosofía que se sostiene sobre la base del método empírico o que la filosofía se erige sobre la base del método empírico (o que la filosofía asume el método empírico).

¿Puede una filosofía sostenerse sobre la base del método empírico? La filosofía no está –no puede- estar “basada en el método empírico”. El método empírico es propio de la Ciencia, más no de la Filosofía[29]. Por supuesto que entre ciencia y filosofía hay –debe haber- una estrecha vinculación simbiótica. En mi opinión, ¿cuánto y cómo debe ser la aproximación de la ciencia a la filosofía?: total. Es más, deben estar fusionadas. No hay, opino, ciencia sin filosofía ni ésta sin la primera. En realidad nunca hubo una separación infranqueable entre ciencia y filosofía. Koyré y Bunge, por citar a dos, señalan la natural influencia entre ambas e incluso el segundo plantea la necesidad de “Filosofar científicamente y abordar la ciencia filosóficamente”. Aristóteles no encontró mejor forma de ser un verdadero filósofo que siendo un verdadero científico, evidenciando que entre la ciencia y la filosofía no tiene que haber aproximaciones sino congregaciones dicotómicas. Acaso la misma naturaleza de la filosofía impida hablar de métodos en la filosofía, aunque sí en la ciencia. Está bien –opino- la ciencia sobre la base del empirismo naturalista, de la experiencia, de la observación, del pragmatismo; más no la filosofía por cuanto ésta debe estar construida o fundada sobre la base de la ontología, de la metafísica, de la epistemología, de lo trascendental (de las esencias); por supuesto en concordancia con las épocas. Está bien el pragmatismo en la política (Rorty), en la educación y psicología (Dewey), en la ciencia,  el arte y en otras expresiones disciplinares; más no en la filosofía.

Por otra parte hay la necesidad de señalar otra de las características de la llamada filosofía pragmática: sobre lo que sostiene acerca del Hábito. Es preciso tener en cuenta que para los pragmatistas el hábito no es algo que se pueda lograr disciplinando conscientemente la voluntad o la razón. Hábito no es un elemento mental como una creencia, sino que es un sistema de transacciones entre elementos mentales, anatómicos y “energías externas” que no pueden definirse individual y aisladamente sino en una organización que los define en función del rol que desempeñan. Sólo así se puede hablar de los hábitos como medios para obtener ciertos fines. Es decir, la filosofía pragmática sostiene que el hábito (la acostumbre) siendo un “sistema de transacciones (¿entre quienes? Naturalmente entre uno -con poder- y con otros -sin poder) y de energías externas” (impuestas hasta compulsivamente) en una sociedad, constituyen los moldes del “modus vivendi” humano.

¿Hay realmente una Filosofía (“tradicional”) que ha perdido vigencia? ¿Son la práctica social, la costumbre, el hábito, el contexto económico-político-social los rectores de vida humana? ¿Puede la filosofía establecer “métodos” entre ellos el método empírico? ¿En verdad no hay una estructura trascendental que guíe la convivencia humana? ¿No son acaso expresiones de la verdadera filosofía la ontología, la metafísica, la cosmología, la interpretación del mundo, el racionalismo, la búsqueda de lo trascendental (no necesariamente en términos religiosos), etc. que permiten ir hacia la verdad, hacia el conocimiento, hacia la felicidad humana en el cosmos? ¿Ha contribuido o puede contribuir la filosofía pragmática a la construcción del desarrollo humano, de la justicia, de la libertad, de la democracia cuando tiene el asunto del hábito como el eje de la convivencia humana? ¿Es, realmente, filosofía la denominada “filosofía pragmática” o es una etiqueta para la defensa de un orden establecido? ¿Cuáles son lo argumentos para la defensa de la verdadera filosofía? El asunto de la vinculación de los hábitos en la convivencia de la humanidad en el marco de la filosofía pragmatista, sin embargo, es más explicable (y razonable) en el ámbito de la Política. Por esta razón es que sostengo que la Filosofía, por su inmanente naturaleza, no puede –no debe- ser pragmático o pragmatista; la política SÍ; es más, la política sí debe ser pragmática. Yo estoy de acuerdo que se habla de la política (pragmática), de la economía (pragmática), de la ciencia (pragmática), de la educación (pragmática), etc.; pero NO cuando se habla de filosofía pragmática.



IV

De eso es justamente –de la política pragmática o del pragmatismo en la política- la que vamos a tratar a continuación. Es en la concepción de la naturaleza de la política por parte de los “filósofos pragmatistas” que podemos encontrar desnuda a la llamada “filosofía pragmática” mostrando toda su verdadera significación en el (en)cubrimiento o justificación de un statu quo en el orden mundial a todas luces injusta a nombre de una supuesta filosofía basada en hábitos, hechos y resultados concretos, empíricos, utilitarios, exitosos, prácticos, contantes y sonantes; basada en una filosofía en la que la gente viva acorde con los hábitos (impuestos hasta casi impulsivamente por el sistema) y en la que el fin justifique los medios. Porque ¿qué es sino la política descrita por Maquiavelo, por ejemplo? No es pues sino enteramente la concepción de una política eminentemente pragmática, pues si es necesario la perfidia o el asesinato en el ejercicio de la política para llegar al poder y mantenerse en él; está justificado). ¿Qué es sino la democracia, la libertad, la justicia, etc. en el marco de la política como consecuencia de una “filosofía pragmática” que aborrece, por ejemplo, la búsqueda de la esencia, de la verdad y de la trascendencia de la política, de la democracia, de la justicia, de la libertad, etcétera? No son sino categorías inmersas en el marco del liberalismo occidental (y de sus matices) y norteamericano. ¿Qué es sino la democracia “pragmática” que aquella que cada cierto tiempo, haya votos para mantener un sistema político injusto. ¿Qué es sino la libertad? No es sino libertad pragmática (libertad para vivir en la pobreza, o en las nuevas formas de esclavitud, por ejemplo).

Precisamente en el contexto de la complejidad de la naturaleza humana adquiere especial importancia, para los “pragmatistas”, el asunto del hábito (acciones recíprocas, emociones, impulsos, inteligencias, conductas, motivos), que a su decir es el eje central para la comprensión del comportamiento humano en el ámbito de la política. Así, para los pragmatistas, el hábito o costumbres como respuestas a determinados estímulos externos, es fundamental para las explicaciones e interpretaciones de la naturaleza humana y, por consiguiente para la reflexión filosófica. Los hábitos son productos y/o expresiones del contexto social adquiridos por las personas en su interrelación con determinadas condiciones objetivas (y subjetivas). Respeto a los hábitos es necesario decir que éstos son resultados de los factores externos y que no necesariamente reflejan la naturaleza humana aunque ésta es proclive hacia los hábitos porque la tendencia de la naturaleza humana es que la gente puede fácilmente adquirir hábitos que les son impuestos cuasi impulsivamente (imposiciones) a través de los factores externos o condiciones exógenas[30]. Los hábitos que se forman en las sociedades no es que sean expresiones de la naturaleza humana sino costumbres amoldadas –aun en contra de la naturaleza humana- por los factores externos que generalmente están orientadas o sesgadas hacia los que ostentan el poder (político-económico-ideológico) que generalmente son de los que poseen riquezas quienes también están habituados (naturalmente) a vivir en la riquezas. Respecto a la apreciación de Dewey[31] acerca de la filosofía pragmática -pragmatismo filosófico o el método empírico de la filosofía se debe manifestar que tal filosofía no es sino la filosofía pragmática norteamericana que sirve precisamente como marco de la política (y de la pedagogía) estadounidense. Así, el pensamiento de los pragmatistas, por consiguiente de los “filósofos pragmatistas”  sobre política y democracia en el marco de su posición respecto a la Naturaleza humana y de su pragmatismo es, finalmente, la explicación de las características de la democracia (liberal) norteamericana. Al fin y al cabo la democracia de Dewey (democracia estadounidense, liberal, individualista) es un hábito muy bien formado en la sociedad norteamericana que precisamente hace explicable su predisposición histórica hacia el hegemonismo para el dominio mundial. Es indudable que los pragmatistas han establecido las bases de la filosofía, pedagogía y política (e ideología) norteamericana o de la denominada “sociedad abierta”[32].

Por otra parte, cuando aquí hablamos de política y sus expresiones tales como la democracia, la libertad, los parlamentos, las elecciones, etc. nos referimos “a la apropiación del Poder del Estado y el ejercicio de él, justificado por una ideología que la (en)cubre”[33]. La Política son las maneras de llegar al poder y de ejercerlo. En otras palabras, la Política es la manera de llegar al poder del Estado y ejercerlo legitimando coercitivamente el dominio en la sociedad. La política es, desde Sócrates hasta los marxistas, el ejercicio coercitivo del poder para -en el contexto de una ideología- velar el “bien común”, el “bienestar” de la sociedad, de la ciudad, del “pueblo”; para redimir “la explotación del hombre por el hombre”, para lograr el “Estado de bienestar”, para promover el desarrollo económico-social, para garantizar la equitativa distribución de la riqueza, etcétera.

Por las razones anteriores y para los propósitos del presente ensayo (suponiendo que lo sea), se establece que la política de Dewey (su pensamiento político pragmático) a través de sus conceptualizaciones sobre democracia y libertad no son sino una corriente filosófica-política propia de liberalismo norteamericano, en contraposición del liberalismo europeo y, ante todo, en contraposición de la filosofía y política marxista. Así mismo se establece que en asunto específico del pensamiento político, en general de la política y en el contexto de la afirmación anterior, “la historia de la humanidad ha experimentado dos –nada más que dos- modelos antípodas de política: la liberal y la marxista; ambas en ocaso hoy por cuanto, pese a sus prédicas, subsisten incólumes en el mundo, nuevas formas de esclavitud, la pobreza, las desigualdades, la ignorancia, las injusticias, las guerras y toda suerte de infelicidad humana en la historia de la humanidad”[34]. En ocasiones en que suelo opinar en contra de la filosofía pragmática, en contra de la filosofía (o pensamiento) liberal, en contra de quienes defienden y justifican el establisment mundial que no logra resolver los grandes problemas que aquejan a la humanidad, como son las desigualdades abismales, las injusticias y las pobrezas; he notado conjeturas en contra de mis apreciaciones como provenientes del más despreciable “comunista” o “marxista”; empero, he deslindado con el “marxismo” porque así como el pensamiento liberal no ha solucionado los grandes problemas de la humanidad, tampoco lo ha hecho el marxismo en sus casi dos siglos de vigencia (desde 1848, si es preciso un hito).

La política es –sostengo- el ejercicio coercitivo del poder inserto a una ideología para “velar” el “bien común”, el “bienestar” de la sociedad, del “pueblo”; para redimir “la explotación del hombre por el hombre”, para lograr el “Estado de bienestar”, para otorgar “democracia”, “libertad”, “justicia”; para promover el “desarrollo económico-social”, para garantizar la “equitativa” distribución de la riqueza, etcétera. Empero, la esclavitud, la pobreza, la extrema pobreza, la ignorancia, la guerra y toda suerte de infelicidad humana persisten incólumes en la historia del hombre en el planeta. Así, es evidente el fiasco mundial del modelo de política liberal en el contexto de la “filosofía pragmática” aun en la variedad de sus máscaras: neoliberalismo, economía de mercado, mercantilismo, parlamentarismo, república, nacionalismo, posmodernismo, globalización, Estado de bienestar, el Estado de derecho, etcétera; y también evidente el fiasco del modelo de la política marxista aun en la pluralidad de sus máscaras: socialismo, comunismo, izquierda, revolución, socialdemocracia, etcétera). He aquí la tesis: en los albores del Siglo XXI y del Tercer Milenio es evidente la decadencia del pensamiento político marxista y la decadencia del pensamiento político liberal, esta última en el contexto de la “filosofía pragmática”.

“La democracia –dice Dewey- implica creer que las instituciones políticas y la ley sean tales que tengan en cuenta fundamentalmente la naturaleza humana. Debe dar más libre juego  que cualquiera de las instituciones no democráticas” Pone de manifiesto “la falta de una teoría adecuada de la naturaleza humana en sus relaciones con la democracia” y a cuya consecuencia, “El apego a los fines y  métodos  democráticos ha tendido a convertirse en cuestión de hábito y tradición y que al hacerse rutinaria es fácil minar cuando el cambio de condiciones modifica otros hábitos”[35]. En razón a este pensamiento de Dewey, entonces es necesario crear y mantener la democracia, la libertad y las instituciones en función de los hábitos y costumbres de la sociedad norteamericana y no como inherentes a la naturaleza humana (su configuración biológica y social en la que intervienen sus hábitos, instintos, deseos y propósitos, de sus interacciones), pues, “Es necesario reconocer –hipótesis de Dewey- que la libertad no es un valor inherente a la constitución de la naturaleza humana”[36]. O sea el hombre por naturaleza no ama la Libertad, a cuya consecuencia la “libertad” hay que imponerla (aun coercitivamente), creando determinadas condiciones propias del liberalismo que en conjunto va ha configurar la cultura (liberal), dentro de la que debe convivir las personas en la sociedad.

La explicación de Dewey acerca de lo que es –o que debe ser- la democracia es que “La democracia siempre ha estado aliada con el humanismo, con la fe en las potencialidades de la naturaleza humana –tradición norteamericana-… Tenemos que ver que democracia significa la creencia en que la cultura humanista debería (sic) prevalecer”[37]. Había que dilucidar lo que se entiende por “humanismo”, aunque el “humanismo” norteamericano es conocido en el mundo. Así mismo Dewey explica los mecanismos de la democracia a través de métodos de discusión parlamentaria (Cámaras Legislativas, senados, etc.).
“El uso de votos –afirma Dewey- en vez de balas, del derecho de votar en vez del látigo, es una expresión de la voluntad de substituir con el método de discusión (Cámara Legislativa, por ejemplo) el método de coerción”. “Para los fundadores de la democracia norteamericana –continúa diciendo Dewey-, las demandas de ésta eran esencialmente las mismas que las de una justa y equitativa moralidad … que las instituciones de gobierno propio (senado, cámaras, etc.) son los medios de que se vale la naturaleza humana para lograr su más cabal realización en el mayor número de personas…. Hemos avanzado lo bastante para decir que la democracia es una forma de vida (Habito). Nos falta todavía comprender que es una forma de vida personal que nos da una norma moral para la conducta personal”[38]. Los partidarios de la democracia en el contexto del pensamiento de Dewey abogan, por supuesto, a que la democracia sea como condición previa para la libertad. Sin embargo Dewey postula que la libertad no es un valor inherente a la constitución de la naturaleza humana. “Lo que los hombres han estimado bajo el nombre de libertad y por lo que han luchado, es variado y complejo, pero, en verdad, nunca ha sido un libre albedrío metafísico"[39]. Para Dewey, por ejemplo, no hay un hombre bueno ni un hombre malo por naturaleza. Nótese que Rousseau hizo famosa su célebre declaración “El hombre nace libre pero en todos lados está encadenado”, “el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad (las interacciones, los hábitos, las fuerzas externas; este entre paréntesis es nuestro) lo corrompe”. Así, las instituciones, en última instancia, son hechas por y para el hombre, y no al revés.

Para el pragmatismo las personas humanas son seres que se definen a partir de la relación constante que existe entre su naturaleza biológica y el contexto social. Pero Dewey agrega otra categoría, la de cultura, la misma que configura sus hábitos y costumbres de las personas; de modo que la mejor forma de comprender la democracia (de Dewey) es a partir de la cultura  por cuanto la libertad no es innato a la persona humana sino algo que existe según el contexto de las condiciones “culturales” que hace posible su existencia. Nuestra posición es que la libertad, la vida democrática, la igualdad, la justicia, etc. son inherentes a la naturaleza humana y no, como sostiene Dewey, resultados de fuerzas externas que configuran hábitos.  El asunto es que los que ostentan el poder económico y político pueden y de hecho crean determinadas condiciones que amoldan a las personas hasta configurar hábitos y costumbres para que ellas puedan convivir con distintos grilletes. (Parafraseando a Vilfredo Pareto se trata del ejercicio del poder de una “minoría vital” hacia una “mayoría trivial” que es la gran parte de la población mundial[40]). Cualquiera fuera la filosofía y el pensamiento político (liberal, marxista u otra tercera que aún no existe) la naturaleza humana (unidad psico-biológica que hace a la persona un ser pensante y con inteligencia que busca bienestar, igualdad, justicia, con tendencia a la búsqueda de la felicidad ideal) es la que debe amoldar las configuraciones políticas (democracia, libertad, parlamentos, votos, etc.), y no al revés. No se trata de crear condiciones externas para que las personas –vía hábitos y costumbre (cultura)- se amolden a las creaciones políticas humanas (interesadas).

¿Y, qué es de la política y el pragmatismo (política pragmatista) bajo la sombra de la denominada “filosofía pragmática” en el Perú? Es la política que está vigente vigorosamente. La democracia, la libertad, la justicia, la ley, el voto, la libertad de expresión, la tolerancia, la cultura, los derechos humanos, los valores, la opinión pública, el feminismo, el regionalismo y todos los asuntos relacionados a la política en el Perú estuvieron –y están- cargados de altos componentes de pragmatismo porque de lo que se trata es el ejercicio del poder en función de intereses de algún sector en detrimento de otro, tanto nacional como internacional. Así, no está en juego la búsqueda de la calidad de vida de la gente, del desarrollo, de la igualdad, de la felicidad humana, de la verdad, de la justicia, del derecho, etc., sino lo que está en juego son resultados, ganancias, utilidades, beneficios, éxitos, dominios, poderes, etc. que garanticen el bienestar de unos y el statu quo de los otros (dicho sea de paso y coincidentemente la mayoría de los peruanos). Así, pues, el pragmatismo “reina” en la praxis de la política en el Perú. Así pues el pragmatismo (de Peirce, James, Dewey, Rorty, Berstein, Habermas, Putnam, etc.) -expresión del liberalismo (norteamericano) matizados en sus diferentes tonalidades (fujimorismo, nacionalismo, aprismo, izquierdismo, militarismo, economía con rostro humano, etc.)- es el que está vigente en el país sin dar solución a sus eternos grandes problemas, condenando al Perú casi para siempre estar consuetudinariamente en condición de país subdesarrollado. Así, la cultura política peruana instituida (en la mente de los peruanos) no es sino la cultura pragmatista; tanto esto es así que las desigualdades, las pobrezas, las ignorancias, las injusticias, etc. nos parecen normales, naturales, humanos. Es que estamos habituados, acostumbrados, pues así nos han educado (educación pragmatista es la que aún tenemos).

Y pensar que, muy a pesar de todo eso, los filósofos peruanos en vez de contribuir a la reflexión filosófica hacia la renovación de la política (pragmatista) para contribuir a mediano y largo plazo a construir una nueva sociedad peruana igualitaria, justa, libre, con calidad de vida para sus pobladores, tendientes a la búsqueda de la felicidad humana –no es sentimentalismo; pretenden resucitar una pseudo filosofía (la “filosofía pragmática”), divulgar y “afianzar” la política pragmatista contribuyendo a la justificación del modo de vida (subdesarrollado, cuasi inhumano) existente en la sociedad. He apreciado de cómo los filósofos peruanos (de algunas manera representados en este Curso) discuten diversos asuntos vinculados al pragmatismo (democracia, libertad, justicia, la libertad de expresión, la tolerancia, la cultura, los derechos humanos, los valores, la opinión pública, el feminismo, etc.) como si fuesen temas disímiles o temas sueltos, cuando son asuntos circunscritos al pragmatismo, a la denominada “filosofía pragmatista” y cuando –en todo caso- se trata de cuestionarla.


Bibliografía

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7.    El Pragmatismo, una versión.- Richard Rorty. Libro electrónico.  Editorial: Ariel
  1. El pragmatismo, un debate abierto. Hilary Putnam.- Editorial Gedisa SA España 1999.
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10. Estudios de filosofía social.- Habermas, Jurgen. Libro electrónico en: http://es.scribd.com/doc/64795764/Habermas-Jurgen-1963-Teoria-y-Praxis
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23. Libertad y cultura. John Dewey.- Primera edición en español. Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana. México 1965.
24. Metafísica. Aristóteles. Análisis y revisión de  Francisco Larroyo. Editorial Porrúa. México 2011
  1. Una historia de la filosofía Latinoamericana.- David Sobrevilla Alcázar. Universidad de Lima. Documento en PDF
26. Pensar la ciencia. La influencia de las concepciones filosóficas en las teorías científicas.- Alexandre Koyré. Ediciones Paidós Ibérica SA. 1994 Universidad Autónoma de Barcelona. España
28. Política, democracia y pragmatismo en la filosofía de John Dewey. Gonzalo García Vilá. Artículo en PDF
29. Pragmatismo y política.- Richard Rorty.- Ediciones Paidós, España 1998.
30. ¿Qué es filosofía? José Ortega y Gasset.- Obras Completas. Volumen VII, Alianza Editorial-Revista de Occidente, Madrid 1983
31. Richard Rorty: el neopragmatismo norteamericano.- José Suarez Molano.- Instituto de filosofía de la Universidad de Antioquia. Libro electrónico completo  en: http://books.google.com.pe/books?id=zoI1-1h4GmAC&pg=
32. Separatas entregadas en el Curso: B) El falibilismo y la tolerancia de Richard Berstein. C) Pragmatismo y política (El problema de la justicia) de Richard Rorty. D) Política y ciencia de Jürgen Habermas. E) La filosofía y el método empírico  y La reconstrucción de la filosofía de Richard Orozco.
33. Tolerancia: el estado de la cuestión. Miguel Giusti, editor. Fondo editorial del PUCP. Centro de estudios filosóficos. Lima, 2010


REFERENCIAS:

[1] Según la estructura curricular oficial del Doctorado en Filosofía, la denominación del curso es Seminario de Política C que tiene su propia naturaleza y contenidos. El profesor desarrolló el curso con el nombre de Seminario de Filosofía Política, convertido finalmente en un Curso sobre la Filosofía pragmática. El profesor del Curso al iniciar el Ciclo advirtió que el Curso era sobre la “filosofía pragmática” y estableció un cronograma para que los participantes del Curso expusiéramos sobre algunos capítulos de los libros de los principales representantes de la “filosofía pragmatista”: Dewey, Rorty, Bernstein, Habermas y Putnam (aunque ningún texto de los fundadores: Charles Peirce y William James).
 [2] A propósito de las escandalizaciones, el profesor del Curso dice: “Hay cada vez más muestras de una tendencia pragmatista en nuestra sociedades modernas, entonces hay menos razón para que alguien se escandalice” (Blog personal, 2008). Lo escandaloso no es que la política, la educación, etc. sean pragmatistas –deben ser pragmatistas. Lo escandaloso es que haya filósofos que prediquen una “filosofía” pragmatista o pragmática (pragmaticismo, a decir de Peirce; instrumentalismo, a decir de Dewey), basada en el “método empírico” (¿?). Efectivamente, en nuestra sociedad de hoy no sólo hay tendencia pragmatista sino prevalencia pragmatista en el pensamiento político, educativo, económico, etc.; pero, que ese “pensamiento pragmatista” prevalente no es sino el occidental, el norteamericano, el liberal (neoliberal), el yanqui, (cuya máscara es la denominada “filosofía pragmatista”) que justifica y le da el carácter “lógico” al “modus vivendi” de la mayor parte de la población peruana –sin hablamos del Perú- postrada en las pobrezas e injusticias.
[3] Orozco, 2013
[4] Aunque este último (que la “filosofía pragmática” sea una filosofía norteamericana y liberal) no es al asunto central de mis críticas sino su antifilosofía; porque ya muchos han criticado con suficiencia de fundamentos la filosofía, la política y la economía de EEUU y el liberalismo y sus matices (neoliberalismo, por ejemplo).
[5] Debo confesar que nunca antes he escuchado hablar acerca de la “filosofía pragmática”, pero no tanto porque por el hecho de que no formo parte de la cantera de la filosofía sino porque esta “filosofía” ha quedado en el olvido (precisamente por su antifilosofía) desde su aparición (la mitad del Siglo XIX) , bajo la sombra de los pensamientos filosóficos (analítico, trascendental, fenomenológico, hermenéutico) y por la reconquista de la metafísica, ontología, epistemología, etc. como componentes de la filosofía. La mejor prueba de esto, sobre todo en el Perú,  son algunas publicaciones sobre la historia de la filosofía Latinoamericana (David Sobrevilla, Francisco Miro Quesada C, Miguel Giusti) que ni siquiera mencionan a la “filosofía pragmática”. Así, pues, la llamada “filosofía pragmática” es virtualmente un cadáver filosófico (con el perdón de la expresión), que hacemos mal en el Perú pretender resucitarlo.
[6] Orozco, 2013
[7] Sin apelar a sutiles discusiones semánticas y etimológicas admitimos para fines de nuestras exposiciones la sinonimia entre pragmático y pragmatista.
[8] Escuché a un ciudadano que estudió la carrera de Filosofía en una universidad presentarse diciendo: “yo soy filósofo”. ¿Quiere decir que el que estudió filosofía es filósofo y quienes no, no? A decir de pensadores como Gramsci, Ortega, Marías y otros, todos somos, de alguna manera, filósofos. El mismo William James cuando dictaba sus conferencias acostumbraba decir: “Sé que todos y cada uno de mis oyentes tienen una filosofía” (es decir, consideraba a sus oyentes como filósofos). Además –he aquí otra tesis que trataré de fundamentar en algún momento- la filosofía no se enseña ni se aprende; se asume. Yo conocí en mi pueblo a un anciano sabio y, por eso mismo, filósofo; era analfabeto. Sócrates, Platón y Aristóteles fueron grandes filósofos de la humanidad sin estudiar ex profesamente filosofía sino asumiéndola. No lograron ser filósofos sino a fuerza de sus conocimientos de todos los saberes. Así, sostengo que todas las personas, de alguna manera y en la medida de sus conocimientos, son filósofos porque la reflexión, la meditación, la admiración, el asombro; la búsqueda de la verdad, de lo trascendental, de la felicidad humana, etc. forman parte de la naturaleza humana. Además, nadie da el grado o título de filósofo (no podía, ni debía) sino de bachiller en filosofía, licenciado en filosofía, máster en filosofía o doctor en filosofía.
[9] Me abstengo de citar otras críticas hacia la “filosofía pragmática” provenientes de sectores con tonos más radicales como, por ejemplo, de Harry Wells (1964) que habla del “pragmatismo como filosofía del imperialismo”.
[10]  Manual de filosofía
[11]  José Ortega y Gasset, Obras completas, Editorial Revista de Occidente, Madrid, vol. 1. Citado por Agustín Basave Fernández en el artículo El pragmatismo norteamericano.
[12] Agustín Basave Fernández en el artículo El pragmatismo norteamericano.
[13] Alfredo Fouillée, Historia general de la filosofía, Ed. Nueva Biblioteca Filosófica, Madrid, 1933, Vol. IV, p. 156. (Citado por Agustín Basave).

[14] Miguel Giusti.- La filosofía del siglo XX: balance y perspectivas
[15] Javier Alcoriza Implicaciones del pragmatismo de Peirce y James
[16] Es preciso señalar la distinción entre concepto (general, opinión, parecer) y definición (exacto, preciso, riguroso). Siendo así, las definiciones corresponden, en todo caso, a la ciencia, a la política, a la economía, etc.; más no a la filosofía. Hacemos mal, por consiguiente, hablar en términos de definiciones en el ámbito de la filosofía.
[17] “El Universo, integridad del mundo, es raíz de la filosofía. Entiendo por Universo formalmente «todo cuanto hay». Es decir, que al filósofo no le interesa cada una de las cosas que hay por sí, en su existencia aparte y diríamos privada, sino que, por el contrario, le interesa la totalidad de cuanto hay. Por cosas entenderemos no solo las reales físicas o anímicas, sino también las irreales, las ideales y fantásticas, las trans reales, si es que las hay. A Aristóteles le parece «natural» que nos preguntemos por el «mas allá. Evidentemente, el «mas allá» de las cosas no está en manera ninguna dentro de ellas”. (¿Qué es la filosofía? de José Ortega y Gasset. Obras completas).
 [18] Concepto éste (el hombre) que involucra al de la mujer; nos referimos al hombre como persona humana.
[19] Por mundo generalmente entendemos al planeta Tierra y su entorno próximo. Por universo entendemos –debemos entender- al cosmos. Se cree que hace 13 mil millones de años, a consecuencia de una gran explosión cósmica (teoría Big Bang) existe el universo y hace 5 mil millones de años aparece el planeta Tierra precisamente a consecuencia de ese extraordinario estallido de energía y en ella (Tierra) hace dos millones de años que aparece el hombre (“homo habilis”) y hace 200 mil años el “homo sapiens” (el humano que conocemos actualmente). Se cree, así mismo, según investigaciones, que existe 60 mil millones de planetas (sólo en la galaxia conocida como Vía Láctea en la que se encuentra, insignificante, el planeta Tierra; y habrían millones de galaxias). Véase la página Ciencia y Tecnología del diario Perú21, julio 2013). Digno de asombro. El tiempo y el espacio ¿son infinitos? ¿Qué será del universo, de la Tierra, del hombre de aquí a miles de millones de años? Pensar que la vida del hombre es fugaz; nace y “desaparece” en un abrir y cerrar los ojos. La brevedad de la vida es un efímero pestañeo.
[20] Si la Filosofía es así como hemos hecho entrever, entonces ella -la Filosofía- es una concepción, una reflexión, una meditación general (integral, global, holística); no es –ni puede ser- disciplinar. La ciencia, la política, el derecho, la lingüística, la lógica, la economía, la administración, la sociología, la antropología, la física, la química, etc., etc.; sí son disciplinares. Si esta afirmación es correcta, entonces es impropio (e incorrecto) hablar –como es usual en nuestro medio académico- de “filosofía de la ciencia” (Epistemología es, en mi opinión, la denominación más adecuada), “filosofía política”, “filosofía de la economía”, “filosofía del derecho”, “filosofía de la administración”, “filosofía del valor”, “filosofía de la estética”, etcétera; haciendo entrever que la filosofía es disciplinar y que hay tantas “filosofías” como conocimientos humanos existen. La Filosofía es única. Otra cosa distinta es hablar acerca, por ejemplo, de la filosofía y la ciencia, filosofía y la política (o pensamiento filosófico de la política), de la filosofía y la economía o de la filosofía y la administración, etcétera. Metafóricamente hablando, la Filosofía es un inmenso y frondoso árbol cuyas ramificaciones (dicotomías) o “partes de árbol (filosofía)” son: la ciencia, la política, el derecho, la economía, la lógica, la matemática, etc., etc., etcétera. El decir, por ejemplo, que “la ciencia es parte de la filosofía” (“filosofía de la ciencia”) o que “la política es parte de la Filosofía” (“filosofía política”), estamos diciendo que la política, la ciencia son partes de la Filosofía, más no que ellas sean filosofías, cada uno por su lado. Así, la filosofía es general; en tanto que la ciencia, la política son disciplinares.
 [21] La Filosofía es única, inmanente, inmutable; no hay –no puede haber- filosofía tradicional, antigua, moderna, contemporánea, etcétera. La Filosofía de Thales, Sócrates, Tse, Buda, Platón, Aristóteles o de Tomás de Aquino es, en esencia, la misma: reflexión, pensamiento, asombro de todo cuanto hay en el mundo y en el cosmos; es en el fondo la misma: es metafísica, ontológica, trascendental, búsqueda racional permanente de las esencias; por su puesto concordantes con las características de las épocas que sí son cambiantes. Quitadle a la Filosofía su naturaleza inmanente (metafísica, ontológica, trascendental), deja de ser Filosofía. Desde el momento en que la Filosofía se convierte en pragmática ¡se acabó la filosofía! Es, por consiguiente, distorsionar la naturaleza misma de la Filosofía cuando por algún interés se melle su esencia diciendo que antes (la “filosofía tradicional”) era metafísica, ontológica, trascendental; y que eso debe cambiar y se debe “reconstruirse”. En tal situación la Filosofía no ha cambiado (de tradicional a “moderna”; de tradicional a pragmática) sino se le ha dado muerte.
[22] Véase La reconstrucción de la filosofía de Dewey y el documento del profesor del curso La filosofía y el método empírico (Orozco, 2013)
 [23] Luis Rodríguez Aranda, en el prólogo a La reconstrucción de la filosofía de John Dewey.
[24] El pragmatismo, Gustavo Torroella, Revista Cubana de Filosofía, Cuba 1946, Vol. 1, número 1.
[25] La reconstrucción de la filosofía de John Dewey. “La experiencia y el método filosófico” titula así Dewey a uno de los capítulos de su libro. Richard Rorty, por obvias razones, va por el mismo camino, por el camino contra la metafísica (que estudia las grandes preguntas que buscan distinguir y zanjar lo verdadero de lo aparente) y del pensamiento analítico, de quienes dice que están destinadas al fracaso por culpa de interrogantes e intenciones que no conducen a nada. Véase su “cimero” libro La filosofía y el espejo de la naturaleza que es, en mi opinión, un libro de proclamación contra la verdadera Filosofía. En los mismos términos también habla el profesor del Curso en un documento suyo titulado “La filosofía y el método empírico, la filosofía que asume el método empírico” así como en otro documento titulado “La reconstrucción de la filosofía”, ambos entregados en el Aula. Hay crisis (de la filosofía) -sostiene- y está de espaldas a la humanidad y debe producirse una reconstrucción que precisamente consiste en adoptar el método empírico (Orozco, 2013). O sea, lo que plantea es trocar la Filosofía (“tradicional”) por la llamada “filosofía pragmática”.
[26] Téngase en cuenta que otro de los obstáculos –aparte de su propio pensamiento- de la llamada filosofía pragmática es el vocablo “pragmático” o “pragmatista” como sello de tal “filosofía”. (Aunque algunos pretenden distinguir entre estos dos términos, empero, en esencia –y desprovisto de toda exquisitez semántica y etimológica- significan lo mismo). Por tal razón es comprensible la afirmación de James de que no le gusta el nombre porque, entre otras razones contradice la naturaleza de la filosofía. Así mismo Peirce preferiría llamarla “pragmaticismo” y Dewey “instrumentalismo”.
[27] El pragmatismo de William James. Como se sabe James fue quien lanzó el pragmatismo como nueva filosofía en 1898
[28] Un “filósofo” eminentemente empírico, pragmático es quien va contra la naturaleza de la Filosofía porque ésta no puede ser pragmática. Podrá ser científico, político –se exige a ellos que sean pragmáticos; más no filósofo pues éste tiene que meditar respecto a las cosas empíricas pero también –y ante todo- el filósofo debe ir a la esencia, al ser; a la búsqueda de lo trascendental, de la verdad; debe ir hacia el pensamiento ontológico, metafísico.

[29] He apreciado que una de las causas de la gran cantidad de ambigüedades existentes en el ámbito de la filosofía que impide la claridad (la claridad como cortesía del buen filósofo) es, por ejemplo, hablar indistintamente acerca de la ciencia y de la filosofía sin hacer distingos entre ellas.
[30] Por ejemplo, mucha gente del interior del país (Perú), especialmente de las zonas de pobreza extrema, se ha habituado a esa pobreza virtualmente inhumana que hasta a ellos les parece normal y natural vivir así.
[31] Dewey, más que mentor de la filosofía (pragmática), es un importante pensador acerca de la Educación (pedagogía), que aborda tales temas desde un punto de vista, efectivamente, pragmática. No digo que Dewey no sea un filósofo porque lo es; lo que digo es que más que a la fundamentación filosófica del pragmatismo Dewey fundamentó el pragmatismo pedagógico (Educación) cuyo modelo es la base de la Educación norteamericana.
[32] Término acuñado por K. Popper para referirse a la defensa de una sociedad como la norteamericana y sociedades alineadas a su periferia; distinta a la concepción, por ejemplo de N. Chomsky y del mismo M. Bunge.
[33] Raymundo Prado Redondez, 2012
[34] El ocaso mundial del pensamiento político liberal y del pensamiento político marxista. Nemesio Espinoza (2012).
 [35] Libertad y cultura, página 124
[36]  Manuel Figueroa C., 2008. El concepto de Libertad en la filosofía  de John Dewey. Documento en PDF.
 [37]  Citado por Figueroa
[38] Figueroa, 2008
[39]  Hipótesis de Dewey y epígrafe, respectivamente citados por Figueroa 2008 sobre la base del libro de Dewey  Naturaleza humana y conducta, México, Fondo de Cultura Económica, 1964.
[40] Es fácil deducir que de cerca de 7 mil millones de la población mundial, cuando menos 5 mil millones están en situación de pobreza en los que no existe la cultura de la calidad de vida por que está “habituados” a las privaciones de naturaleza económica-social.